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Mis primeros camachuelos comunes

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    Hace pocos días, paseando a la perrita Effie junto a Jess, en Kilham, decidimos ir en busca de algún escribano cerillo que se dejase ver bien. Esquivando montones de tierra producidos por los topos y boñigas de caballo, caminamos unas decenas de metros, alejándonos del pueblecito, internándonos en la extensa campiña inglesa, que ya verdea como Bolsón Cerrado. En unos altos fresnos que crecían junto a un seto, divisamos una bandada de pájaros del tamaño de un estornino o un poco más grandes. Al mirar por los prismáticos, nos sorprendió ver un grupo mixto bastante grande de zorzales reales (Turdus pilaris) y estorninos pintos (Sturnus vulgaris)
    Al final, llegamos a una rotonda a unos kilómetros al Norte del pueblo y, sin éxito, nos dimos la vuelta para volver a casa. El día soleado hacía despuntar las primeras hojas de los groselleros de los jardines del pueblo, mientras otros frutales ya intentaban florecer. Una pareja de gorriones molineros (Passer montanus) voló a un cerezo cercano. Esta especie se caracteriza por no presentar dimorfismo sexual, al contrario que los gorriones más comunes que observamos en campos y ciudades. Sobre un tejado, una lavandera pía (Motacilla alba yarrellii) picoteaba entre las tejas. Conforme caminábamos de vuelta, Effie tiraba con fuerza, intentando morder la hierba del sendero y alguna que otra flor de diente de león. Esto es bastante molesto, sobre todo si en una mano llevas los prismáticos y en la otra la correa del perrete. Entre el canturreo de petirrojos, pinzones y jilgueros, me pareció oír un canto monosilábico, tranquilo, lento. Nos paramos. Detrás de un seto bastante alto, sobresalían unas ramas que ya empezaban a hojear y, entre ellas, una hermosa hembra de camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula) buscaba los brotes más grandes. ¡Por fin! El camachuelo común era un pájaro que se me estaba resistiendo mucho. Había ido a varios sitios donde se supone que había, incluyendo el jardín de Jess, pero nada. Por fin, a menos de 3 metros de mí, había una hermosa hembra picoteando hojitas verdosas que nacían bajo el sol del febrero inglés.
    En aquel momento, pensé, de haber llevado la cámara, habría hecho una foto genial. Pero llevaba únicamente los prismáticos. Reconozco que lo hice a propósito. Si bimbaba algo, me dedicaría a mirarlo y, por qué no, para plasmarlo en una imagen, recordaría la posición del animal y haría un dibujo. Porque me he dado cuenta de que el hecho de llevar la cámara conmigo (imagino que esto no me pasará solo a mí), a veces me impide observar el comportamiento del animal, tal y como es. Es como los momentos que se viven con amigos. Conozco a gente que solo va a sitios para la foto, sin disfrutar de la situación y la compañía. Cuando se acaba la sesión fotográfica, hale, nos vamos. Cuando pasan los años, ¿recordarán algo de aquel momento? Solo tendrán la foto. Yo prefiero disfrutar más despacio cuando se trata de aves más o menos fáciles de ver (no os engañéis, como sea un "twitch", la cámara va la primera). 
Macho de camachuelo común en Kilham. Acuarela sobre papel, 15 x 21 cm.
    Momentos después, veía un macho de camachuelo sentado sobre un seto, muy quieto. Tranquilo, observando unas ramas de alerce que tenía delante de él. Me llama la atención la tranquilidad de los camachuelos. Son pájaros que se lo toman todo con calma. Así lo pude observar días después con África en una zona cercana al Humber Bridge, una pequeña reserva forestal con algunos prados y estanques donde hay dispuestos unos comederos para aves. Los comederos están separados de la zona de observación por la pared de unos álamos trenzados que forman un túnel, dentro del cual se meten los pajareros para fotografiar y observar los pájaros que acuden a los comederos. 
    África trajo algunos granos y cacahuetes para atraer a los pájaros a los comederos. Como siempre, los primeros en llegar fueron los páridos, junto con pinzones vulgares y petirrojos. Los camachuelos se hacían de rogar. Se acercaban, reclamaban. Pero tardaron bastante en coger confianza y ponerse a comer. Lo bueno es que estos pájaros, cuando se ponen a comer, se quedan en el sitio, no como los carboneros y herrerillos, que llegan, cogen una semilla y al momento se han ido.
En primer plano, un vistoso macho de camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula)Este ejemplar tenía un plumaje ventral más rosado que naranja, más suave comparado con el primero que vi en Kilham.
Al fondo se vislumbra la hembra, menos colorida y de colores pardos y grises.
Macho de camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula). En inglés se le llama Bullfinch, es decir, pinzón-toro. ¿Será por la forma del cuello, que recuerda al del toro?
    Lo que decía, a pesar de no haber llevado cámara de fotos la primera vez que los vi, pude tomar cantidad de imágenes de esta especie de fringílido, tan abundante en toda Europa excepto en donde yo nací, en otra ocasión. Lo prefiero así. A veces es mejor esperarse y contemplar lo que se observa, disfrutarlo, y no perder el tiempo haciendo la foto y pensando que hemos visto algo súper interesante. ¿De qué sirve una foto si no podemos ver al animal moverse, alimentarse, volar o cantar, si no hay recuerdo? Mejor lo miro un rato, lo guardo en mi memoria y después hago un boceto. 
Macho de pinzón vulgar (Fringilla coelebs), otro de los pájaros comunes en comederos.
¿QUIÉN ERE'?

Es tiempo de freza

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Pareja de ranas bermejas (Rana temporaria) en amplexo.
    Estos días, a pesar de las temperaturas, bastante frescas, las ranas bermejas (Rana temporaria) comienzan sus escarceos amorosos en Inglaterra. Esta tarde nos hemos dirigido, con Robert, a un estanque en un jardín, donde sabía que frezaban las ranas bermejas. Siendo de la zona centro-sureste de la Península Ibérica, donde esta especie no aparece, y no habiendo tenido nunca la oportunidad de observarla con detenimiento en otras zonas de España, esta ha sido una buena oportunidad para verlas en directo e incluso fotografiarlas.
    La rana bermeja es una de las dos ranas autóctonas de Gran Bretaña. La otra rana, la verde (Rana lessonae), se extinguió en 1999 en la isla. Sin embargo, tras analizar su material genético y sus vocalizaciones, se descubrió que se trataba de la misma especie de rana verde que habita en Suecia. Desde entonces se ha estado reintroduciendo en distintos puntos, con éxito.
Can you feel the love tonight?
Freza de rana bermeja.
    Armados con cámaras, redes y un recipiente transparente para proceder a la observación de algunos anuros y urodelos, atravesamos el barrio de los amantes de la naturaleza de Hull. Al llegar al estanque, bastante profundo, Robert nos indicó dónde estaban las frezas que habían estado depositando los días anteriores las ranas y pudimos localizar, junto a ellas, mis primeras ranas bermejas. En las guías de campo de cuando nos iniciábamos en esto de la Naturaleza, cuando yo era un renacuajo con las branquias recién internalizadas, la rana "de toda la vida" era la bermeja, pero claro, esas guías estaban escritas por naturalistas europeos. Y en general, en Europa, abunda, pero no en España, donde sólo aparece en el tercio Norte. 
Rana bermeja (Rana temporaria) con coloración oscura, tirando a azulada. En inglés la llaman "Common Frog".
La misma rana bermeja de antes, pero la vuelvo a poner porque es bonita.
    En este mismo estanque, también había otras especies de anfibios, como el tritón común (Lissotriton vulgaris), un urodelo común también en Europa, excepto (¡otra vez!) en la Península Ibérica, donde es prácticamente inexistente. En mi lista personal de anfibios, en la zona de urodelos solo aparecía el gran gallipato y he de decir que el pequeño tamaño de los tritones comunes me ha sorprendido mucho. ¡Creía que eran más grandes!
Tritón común (Lissotriton vulgaris). Durante la época de cría, el macho desarrolla
una cresta a lo largo del cuerpo y la cola.
Trajimos un recipiente transparente para poder observar anfibios con tranquilidad. Aunque la fotografía no es muy buena, en la parte inferior de este tritón vulgar se observa el color amarillento de la panza y el punteado, que alcanza la cabeza. Estos puntos en la garganta lo diferencian de la otra especie común en Gran Bretaña,
el tritón palmeado. No os preocupéis, el recipiente era solo para verlos y fotografiarlos. Luego, los hemos soltado.
    Antes de dejar el estanque, después de oscurecido, sobre las seis de la tarde, nos hemos quedado quietos unos minutos muy cerca de la orilla, donde frezaban las ranas bermejas. Al cabo de unos segundos, parecieron acostumbrarse a nuestras voces y empezaron a cantar.

Ranunculus ficaria L.

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    Después de la floración de las campanillas (Galanthus nivalis) y de algunas otras ruderales como Lamium album y Lamium purpureum, las celidonias menores (Ranunculus ficaria) nos sorprenden con sus florecillas amarillas en herbazales cercanos a un riachuelo que descubrimos Jess y yo el otro día. La primavera llega a Gran Bretaña, lentamente, pero avanzando.
Ranunculus ficaria

Feliz Día del Agua

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Agua procedente de una surgencia que desemboca en Beck's Head (Kilham, EY).

Los montes mediterráneos del suroeste de Albacete y su naturaleza: Sierra del Relumbrar, Ojos de Villaverde y Estrecho del Hocino

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    Hace un mes que no publico nada en el blog, y no es por falta de tema sino por falta de ganas. Antes de venir a España de nuevo, en marzo, África Gómez, Robert Jaques, James Harding-Morris, Jess Stokes y yo nos fuimos a Allerthorpe Common, en busca de alguna que otra víbora europea que hubiera salido con las temperaturas primaverales. La entrada sobre esta salida la tengo a medio escribir. Pocos días después, África y yo encontramos un momento para ir a Bempton Cliffs, donde pude observar (y bimbar, jeje) con detenimiento aves marinas nidificantes en acantilados, como el frailecillo, el arao, el alca y la gaviota tridáctila. Espero encontrar algún momento para terminar esos borradores y publicarlos. Al volver a la Península, acompañé a Rafa Torralba a ver un flamenco enano (Phoeniconaias minor) que apareció en Aljibarro y que ha estado allí hasta hace nada. Además, borré todos los blogs que tenía inutilizados y me hice uno nuevo sobre mis dibujos y pinturas que ya compartiré por aquí.
    Ahora, os contaré la aventura del otro día (XX/IV/MMXIV) que tuvimos Jess, Irene Álvarez, Rafa y yo en la zona suroeste de nuestra provincia. Básicamente fuimos de pajareo a uno de los lugares más espectaculares de Albacete, con flora y fauna únicas, ya que aquí existen laderas cubiertas de bosque mediterráneo muy original y con taxones de mucho interés corológico, suelos de cuarcitas y pizarras, ombroclima subhúmedo... Vamos, la Sierra Morena albacetense.

Sierra del Relumbrar: buitres, orquídeas y jaras
Orchis papilionacea
    Laderas húmedas iluminadas por leves fogonazos del sol de abril que se cuelan entre las nubes que amenazan lluvia, roquedos repletos de carrascas y jaras, romero y tomillo, lentisco, madroño y alcornoque. Y en el cielo, decenas de buitres leonados y una pareja de águilas reales. En el bosque, el señor de los encinares, el rabilargo, esfumándose entre los arbustos como un fantasma de alas de zafiro. Las currucas cabecinegras también cantaban de lo lindo. La lluvia de la noche anterior había calado la atmósfera de esta zona de Albacete, volviéndola húmeda y fría, y el viento ayudaba mucho a que la sensación térmica fuera menor de lo esperado. Al llegar, nos entretuvimos mirando un enorme grupo de buitres leonados (Gyps fulvus) que se elevaban a unos kilómetros sobre los carrascales. Cuando vimos que era un grupo monoespecífico, continuamos el trayecto, y a unos metros del coche, me pareció ver unas flores color magenta que se elevaban entre los terófitos de un pequeño prado cercano. Al bajar del coche, me di cuenta de que se trataba de mis primeras Orchis papilionacea, una orquídea que había visto innumerables veces en libros y fotografías de grupos de Facebook. Los grandes labelos rosados con estrías más oscuras las hacen muy llamativas. En un área de poquísimos metros cuadrados, en este mismo herbazal al lado de la carretera, vimos dos especies de orquídeas más: Ophrys lutea, de flores fácilmente reconocibles por el borde del labelo amarillo fuerte, y Ophrys tenthredinifera. Decenas de pequeños tallos repletos de florecillas de orquídeas brotaban por doquier.
Ophrys lutea
    El sitio prometía, y no solo por la belleza del paisaje y por los relatos de Rafa sobre sus interesantes observaciones de ornitofauna, sino también por una cosa tan simple como el habernos encontrado con tres especies diferentes de orquídeas de buenas a primeras en plena floración. Una amiga me comentó una vez la extraña apariencia de las flores de Ophrys lutea, ya que podrían parecer flores amarillas con un pequeño insecto rectangular de color oscuro sobre ellas, y así lo pude comprobar.  El epíteto específico lutea significa "amarillo", lo cual hace referencia al color del labelo. Ophrys tenthredinifera también formaba algunos rodales donde crecía abundantemente, y todas estaban en plena floración. Su labelo, bastante geométrico y multicolor y los sépalos rosados la hacen inconfundible. Otra orquídea común era el espejo de Venus (Ophrys speculum).
Ophrys tenthredinifera
    Conforme nos internábamos en la Sierra, nos recibían los extensos jarales, intercalados con encinas de gran porte, alcornoques (este es el único lugar de Albacete donde podemos observar alcornoques silvestres) y otros arbustos que nombraré más adelante. Me di cuenta de que crecían al menos tres especies de jara: la jara pringosa (Cistus ladanifer), algún jaguarzo negro (Cistus monspeliensis), que también vimos en el Estrecho del Hocino en floración, y la jara cerval (Cistus populifolius), que vi desde el coche y sin flores. Esta última se trata de una cistácea calcífuga que gusta de lugares más húmedos que la pringosa. Otros arbustos que también vimos eran especies termófilas como el lentisco (Pistacia lentiscus) y el madroño (Arbutus unedo) lo cual indicaba que nos encontrábamos en el piso mesomediterráneo inferior. Cerca crecían también cantuesos (Lavandula pedunculata). Saliendo ya del corazón de la sierra, hicimos otro avistamiento desde el coche, en este caso, de otra orquídea. Bastante alta, se erguía solitaria entre los romeros y su intenso color rosa la delató desde lejos. Jess consiguió fotografiarla sin bajarnos del coche y he llegado a la conclusión de que pertenecía al género Orchis, y consultando a José Antonio López Espinosa, me dijo que podría tratarse de Orchis tenera Orchis olbiensis, aunque presente el labelo bastante corto. Según Flora Ibérica, sería Orchis mascula. El haberla visto desde lejos no ayuda mucho en la identificación.
Orchis gr. mascula
    Esta orquídea fue la última que vimos y la quinta que vimos en todo el paseo por las sierras del suroeste albaceteño, y seguro que nos perdimos varias más. Es sorprendente la gran riqueza de orquideoflora en nuestra zona y siempre la ignoramos.
 Jess me preguntó qué eran unas flores moradas que desde el lejos parecían ramilletes: la verdad la descubrimos al bajarnos a por unas muestras de cantueso para el herbario. Cerca crecían estas flores moradas, los nazarenos (Muscari comosum=Leopoldia comosum) que aparecían por doquier. Sobre las flores de esta especie, en el Herbario Virtual del Mediterráneo Occidental, leemos lo siguiente:
Muscari comosum
   "La inflorescencia está formada por un racimo de flores verdosas y fértiles con las piezas florales completamente soldadas en posición más o menos horizontal. En la parte superior de la inflorescencia hay un grupo de flores estériles de color azul-liloso intenso dirigidas hacia arriba y que llaman mucho la atención, pudiendo parecer auténticas flores", así lo podéis observar en la foto.
    Para mí esta especie también era nueva, ya que el nazareno que más abunda por la zona central de la provincia es M. neglectum, si bien pone en internet que tolera suelos calizos, prefiere vivir en zonas de sustratos ácidos.
    Mi amigo Rafa estaba recolectando plantas para su herbario, así que le ayudé un poco y de paso yo también cogí algunas. La especie a la que más ganas le tenía era la jara pringosa, pero tuve que hacerlo con mucho cuidado porque las cistáceas, ya se sabe, son famosas por la fragilidad de sus pétalos...
Cantueso (Lavandula pedunculata)
Flor de jara pringosa (Cistus ladanifer)
    Como dije, vinimos de pajareo como no podía ser de otra forma, pero al ver que la cosa estaba un poco débil, me centré un poco más en las plantas. De todas maneras, vimos cosas interesantes, y Jess bimbó varias aves. Los trigueros (Miliaria calandra) cantaban por todos lados, hasta en el suelo. Me encanta este pájaro, tan común en Albacete y tantas veces ignorado. Recordemos que la Península Ibérica es una de las regiones europeas con mayores poblaciones de trigueros.
Triguero (Miliaria calandra)
Pareja de escribanos montesinos (Emberiza cia), la otra especie de escribano que vimos. Un bimbo para Jess.
     Pudimos observar también dos parejas de águilas reales (Aquila chrysaetos), aguilillas calzadas (Hieraaetus pennatus), un busardo ratonero (Buteo buteo) e incluso un pequeño elanio común (Elanus caeruleus) que a mí no me dio tiempo a ver, pero a Rafa y Jess sí. A lo lejos, también avistamos dos grupos de ciervos y jabalíes pastando tranquilamente en un entorno adehesado de la zona.
    En un valle del interior de la sierra, nos soprendió una pequeña mariposa papiliónida que revoloteaba grácil sobre los jarales y justo al verla supimos de qué se trataba: la escasísima mariposa arlequín (Zerynthia rumina), declarada "En peligro" por la UICN. Sus orugas se alimentan de Aristolochia.
Mariposa arlequín (Zerynthia rumina)

Estrecho del Hocino
Coincya rupestris subsp. rupestris
    De la Sierra del Relumbrar nos dirigimos al Estrecho del Hocino, un abrupto valle o desfiladero situado entre Reolid y Salobre (sí, el famoso pueblo de José Bono). Entre los naturalistas este lugar es conocido por la presencia del endemismo alcaracino-cazorlense (exclusivo de Albacete), la Coincya rupestris subsp. rupestris, por las cabras montesas (Capra pyrenaica) tan fáciles de observar y por el paisaje espectacular. A la C. rupestris la vi sin saber exactamente qué era, y sospechando que se trataba de ella, le hice una foto. Posteriormente, en un grupo de Facebook me han confirmado que se trataba de ella. Una vez más, la cosa ornítica fue un poco débil. Observamos aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris), especie infalible, un roquero solitario (Monticola solitarius), una pareja de aguilillas calzadas y un buitre leonado. Y también, otra vez más, nos centramos bastante en las plantas mientras Jess y yo ingeríamos un bocadillaco de jamón con tomate y aceite de oliva. Aprovechamos también para recolectar semillas para nuestras futuras plantaciones de ARBA Albacete de arbustos como el enebro (Juniperus oxycedrus) y el jaguarzo negro (Cistus monspeliensis).
    El Estrecho del Hocino es una zona a la que guardo especial cariño, pues fue aquí donde vi mis primeras cabras montesas, en una excursión geológica del instituto, hace varios años. Aquel día fue una de las veces que más cabras he visto en un momento y muy de cerca. La verdad es que recomiendo a cualquiera que pueda, que se dé un paseíllo por la zona, con cuidado, eso sí, que la carretera es estrecha y con curvas, y los coches pasan.
Cabra montés (Capra pyrenaica), en la Reserva del Estrecho del Hocino, cerca de Salobre y Reolid.

Ojos de Villaverde
    Antes de desplazarnos a los Ojos de Villaverde, hicimos una corta parada en una carretera en busca de otro bimbo para Jess: el gorrión moruno, pero en su lugar apareció un buitrón (Cisticola juncidis) con material para el nido.
    Se dice que los Ojos de Villaverde es la zona con mayor biodiversidad de la provincia de Albacete. No sé si será verdad, pero como Rafa advirtió, nos recibieron varios individuos de aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus). Las laderas cercanas me parecieron cubiertas de sabinares de sabinas albares (Juniperus thurifera) del mesomediterráneo superior por lo menos, con genistas, romero y salvias. Muchos ejemplares de sabina albar alcanzan tamaños bastante grandes en esta zona y algunos se encontraban hendidos por el rayo.
Vegetación de una ladera en torno a los Ojos de Villaverde.
    Observamos mucho paso de hirundínidos, y tuvimos unas vistas geniales de un grupillo de golondrinas dáuricas (Cecropis daurica). Además, Jess pudo ver sus primeros patos colorados (Netta rufina). Permanecimos bastante rato cerca de una carreterilla al lado de unos cables de teléfono sobre los cuales revoloteaban decenas de abejarucos (Merops apiaster). En un herbazal encontramos escolopendras (Escolopendra cingulata). Desde esta zona también avistamos una garza imperial (Ardea purpurea), una preciosidad en vuelo.
    Entre un sotobosque de romeros, brotaban unos tallos de aspecto esparragárico de color rosado, se trataban de tallos floríferos del jopo (Orobanche latisquama), una planta parásita del romero (Rosmarinus officinalis).
Jopo (Orobanche latisquama) brotando.
    Aquí volvimos a ver a la orquídea Ophrys speculum, tan abundante como siempre, mientras nos acercábamos a algunas zonas encharcadas en busca de anfibios, sin éxito, sobre todo porque nos fuimos ya que de repente el suelo se alfombró con cientos de arañas...
Orquídea espejo de Venus (Ophrys speculum)
   En Chinchilla es la segunda especie de orquídea más abundante de la sierra, así que estoy "cansado" de verlas por todos lados. El labelo es muy característico, ya que parece un pequeño espejito azulado rodeado de pelambre. Es una flor que, si no se está atento, pasa bastante desapercibida.
  Tras recolectar algunos frutos de sabina para ARBAcete, decidimos volver a la capital.
    Las sierras de Albacete, ya sean las béticas o las estribaciones del Sistema Ibérico, siempre reciben con los brazos abiertos y es muy agradable explorar su biodiversidad. Uno se da cuenta de que la provincia no solamente es "La Mancha" plana, sino que hay sierras escarpadas, valles fértiles, planicies herbosas, bosques antiguos y ríos veloces y agresivos, y que en lugar de ser una tierra seca y yerma, es en realidad y muchas veces, un páramo deforestado por el hombre y cambiado totalmente, pero que todavía intenta resurgir de sus cenizas gracias a las semillas de lo poco que queda...
    Volvimos a casita con la mente llena de olores, imágenes y sensaciones inolvidables que podremos refrescar de vez en cuando porque todo esto está a un paso de nuestro hogar. Y mi herbario, una vez más, se vio agrandado por algunas especies interesantes.
Dos tipos de flor de Cistus ladanifer  para mi herbario, a punto de continuar prensándose adecuadamente en la prensa botánica. A pesar de haber aguantado varias horas en una mierdicarpeta, parece que lo llevaron un poco bastante bien. Cómo estarán cuando acaben de prensarse, eso no lo sé.

Ayudemos al lobo ibérico en Sierra Morena. ¡Participa!

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Asoma Natura
    Se están dando pequeños pasitos hacia la conservación del lobo -al que tanta falta le hace nuestro apoyo- intentando cambiar mentalidades sobre este magnífico animal, joya imprescindible de nuestro ecosistema, y presionar a las administraciones para que actúen en pro de su conservación. 
    Estos días centrándonos en los lobos de Sierra Morena, que están viviendo sus últimos coletazos. Sería muy triste que el lobo acabara extinto en esta zona, así que creemos que todo esfuerzo es poco.
    Acabamos de mandar un escrito a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía por medio de su  web en la opción "Opiniones/ Sugerencias".

http://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/servtc5/buzon/?lr=lang_es

   "Preocupados por la situación del lobo (Canis lupus signatus) en su comunidad, quisiera llamar su atención sobre esta especie y animarles a dar un decidido paso en la protección y conservación del lobo, declarándolo como Especie en peligro de extinción en el ámbito de su Comunidad Autónoma y poniendo en marcha un efectivo PLAN DE RECUPERACIÓN del lobo, ya que es una de las especies emblemáticas de la fauna ibérica cuya población en el sur peninsular depende estrechamente de gran parte del territorio de Sierra Morena que administrativamente cae bajo las competencias de su Comunidad Autónoma. 

Aunque valoro positivamente su trabajo y esfuerzo en conservación de la naturaleza, es igualmente cierto que en relación con el lobo, los esfuerzos han sido mínimos y muy poco acertados...hasta tal punto de que posiblemente pueda ser la primera que inaugure la lista de especies desaparecidas en Andalucía en breve tiempo. Por tanto rogaría tomaran en cuenta mi solicitud, ya que sería muy triste que Andalucía perdiera una de las principales joyas de nuestra biodiversidad ahora que cada vez más, la sociedad está reclamando un lobo vivo. Por favor, tomen medidas para que ésto no suceda confiando en que aún se esté a tiempo.

Atentamente"

OS ANIMAMOS a hacer lo mismo. Con el mismo texto, u otro similar adaptado a vuestros pensamientos.
 
Fotografía tomada en condiciones controladas en el Centro de Naturaleza Cañada Real. Asoma Natura.
    Igualmente os comentamos que está en periodo de participación pública el LIC ZEPA Sierra Morena en la zona de Castilla La Mancha.

http://www.castillalamancha.es/gobierno/agricultura/estructura/dgamen/rednatura2000/liczepaES0000090

    Hay un correo para escribir sugerencias al Plan de gestión:  rednaturaclm@jccm.es

Éste puede ser el texto a enviar:

"Estando en fase de información pública el Plan de Gestión del Lugar de Importancia Comunitaria Sierra Morena LIC ES0000090, tal como informa la Dirección General de Montes y Espacios Naturales, me gustaría tomaran por favor muy en cuenta el papel del lobo (Canis lupus signatus) en esta Comunidad Autónoma. Dado que aún no se considera oficialmente extinto en los territorios de Castilla-La Mancha (Sierra Morena), la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y Biodiversidad, obliga a la redacción de un plan de recuperación para las especies incluidas en los respectivos catálogos de especies de cada C.A. en la categoría “En peligro de extinción (EN)”.

Como bien saben el papel del lobo es fundamental en el ecosistema. No podemos permitirnos perderlo. Rogaría pues tomaran en consideración llevar a cabo un plan de recuperación junto con la Comunidad Andaluza para evitar la extinción del lobo en la zona, del que apenas quedará un grupo reproductor.

Ruego también tengan en cuenta el reclamo turístico que puede suponer la figura del lobo, especialmente en la actualidad, momento en el que la sociedad está reclamando un lobo vivo.

Incluso podría pensarse en un reforzamiento de la población, existiendo centros de cría en Castilla-La Mancha (como es el CEA la Dehesa de Riópar, Albacete).

Sería imperdonable dejar que el lobo se extinga en Sierra Morena. Por favor, consideren que tienen una joya de la biodiversidad.

Ruego tengan en cuenta mi solicitud.

Atentamente"

    Y ahora el ruego va para los lectores. Estaría muy bien que todos los que pudierais echarais una mano enviando ambas cosas, para que se haga un poco de presión sobre el tema. Hay mucha gente interesada en el lobo, pero poca gente que se decida a actuar mandando escritos o mails. Hay que dar guerra, que el lobo de Sierra Morena se nos va.

Muchas gracias a todos los que decidáis colaborar.

Fuente:Lienzo Tierra, el antiguo Mi azul de mar, que se ha cambiado la cara. ¿A qué esperas para visitarlo?

Que vivan los cambios

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    Buen día tengan los que visitan mi blog. Hoy quiero anunciar que he desactivado mi cuenta de Facebook y no tengo pensado abrirla de nuevo hasta el próximo octubre, es decir, poco antes de empezar mi segundo curso en la universidad. Ha sido una liberación que, en pocos días, me ha dado tiempo para reflexionar sobre la importancia de las redes sociales en el mundo de hoy. 
Qué a gusto me he quedado al mandar a la ***** el Facebook.
    Prácticamente ha acabado mi primer año en Inglaterra y tengo tantísimas cosas que contar sobre la Naturaleza británica que no he podido contar todavía y que se me acumulan en los borradores del blog... Desde que Jess se mudó de casa a otro pueblo, en medio de la campiña inglesa, hemos estado visitando regularmente un riachuelo que nace de una surgencia de un estanque, y que continúa varios kilómetros internándose en los extensos campos de cultivo de Yorkshire. Todo este complejo de alterados bosques de ribera y campos de cultivo constituyen el patch de Jess para su Patch League 2014, del que tengo que hablar en otra entrada. Allí hemos contemplado cómo la vida se abre paso, desde los fríos meses de invierno, hasta los meses más calurosos, y hemos descubierto que en cualquier época del año hay cosas interesantes que observar y contemplar. 
Lavandera blanca enlutada, o pía, o como sea, ya no sé ni cómo la llaman en castellano (Motacilla alba yarrellii), una de las aves comunes cerca de "the Stream", como llamamos al riachuelo del pueblo de Jess.
     Prácticamente desde mediados de invierno, Jess y yo hemos estado visitando este riachuelo en que hemos paseado al perro, buscado anfípodos de la especie (Gammarus pulex) o capturando caracoles errantes (Radix peregra). Hemos visto cambiar la vegetación y nos hemos sorprendido con la repentina aparición de una rata topera (Arvicola amphibius) justo delante de nuestras narices. Todo esto lo he ido apuntando en mi cuaderno de campo, así que podré publicar una entrada detallada cuando tenga tiempo, es decir, a partir de la semana que viene, que es cuando empieza mi verano. La nueva cabecera del blog, el carbonero en la rama de saúco, es una foto hecha en este mismo sitio. 
    Desde que llegué a Gran Bretaña, he ido añadiendo nuevas especies de aves que nunca había visto a mi Life List, desde el camachuelo común hasta el frailecillo atlántico, pasando por el carbonero palustre, el alca, el arao y el escribano cerillo, y he podido disfrutar de su presencia y su comportamiento.
Frailecillo atlántico (Fratercula arctica).
    He caminado por bosques, registrado en mi cuaderno de campo observaciones de la fauna salvaje, recolectado plantas para mi herbario, el cual ya ha superado las 100 especies... Y para separar la actividad científica de la artística, hice este otro blog.
Abedul en Dalby Forest.
    Lo único que he hecho ha sido cancelar la cuenta de Facebook, pero sigo por aquí. Como dije por allí antes de irme, todavía tengo cuenta de gmail, a través del cual podéis contactarme cuando queráis: gui.saucoARROBAgmailPUNTOcom. Lo pongo así para que no me encuentren los robots y me manden basura, que luego la bandeja de entrada está que explota.
    Esta semana, habrá post interesante sobre una comunidad de plantas de un bosque planifolio europeo. Ya la veréis. ¡Hasta luego!

Paseo por el antiguo patch de Jess | Kingsmill

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Probablemente  Dactylorhiza incarnata.
    Ayer (XX/V) fuimos al antiguo patch de Jess en Driffield, Kingsmill. Este lugar es un entramado de estanques, prados y bosquecillos en torno a un río a las afueras de la localidad de Driffield. He de decir que, si yo tuviera un jardín grande con césped, lo más probable es que se pareciera mucho a este lugar, porque sería, a mi entender, un jardín como dios manda: prados repletos de flores que atraen himenópteros y lepidópteros, tres o cuatro estanques de mediano tamaño, no muy profundos, rodeados de plantas marginales como espadañas, lirios y colas de caballo de diversas especies, ranúnculos flotantes en el agua...
Las flores del lirio amarillo (Limniris pseudacorus) dan una nota de color en los bordes de los estanques europeos.
    Y en el agua de los estanques, había renacuajos de rana y sapo, espinosos (Gasterosteus aculeatus), zapateros (Gerris sp.) y caracoles de agua dulce. Mientras Jess grababa algunos vídeos de la naturaleza del lugar, yo me detuve a apuntar en el cuaderno de campo todo lo que veía a simple vista y lo que había recolectado para el herbario. El vuelo de una libélula deprimida (Libellula depressa), el segundo ejemplar que veo en mi vida (el primero lo observé a la temprana edad de 9 años en un estanque de la zona del Alto Tajo, Guadalajara), me distrajo y la empecé a seguir. Cuando me quise dar cuenta, Jess estaba al otro lado del estanque, con una enorme vaca de las Tierras Altas justo detrás de ella, acercándose distraídamente mientras pastaba. El susto que se llevó la pobre cuando siguieron apareciendo más vacas de un tamaño considerable fue bastante grande... Aparte de su tamaño, lo que más impone son sus cuernos, que son bastante largos. Pero no pasó nada. Los animales parecían bastante tranquilos, y tras contemplarnos con curiosidad, se marcharon.
Las flores de la búgula (Ajuga reptans) crecen como pequeñas torres azules en
los alrededores de los estanques, en zonas encharcadas. 
Primaveras (Primula veris) en plena floración.

Podéis ver más en un vídeo que he colgado en YouTube:



Patch League | Liga de patches*

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    Hola chavales/as, hoy os voy a contar un poco sobre Patch League. Básicamente es una competición que consiste en elegir un pequeño territorio de menos de 0.4 km², es decir, menos de 100 acres (hay que ver estos ingleses y sus extrañas medidas de superficie) e identificar todas las especies vivientes que se pueda en un año. El propósito de este 'juego' es conocer un poco nuestra biodiversidad más cercana y promover el trabajo de identificación de especies entre la gente.

~Reglas~
1.- Cada participante identificará todas las formas de vida (animales, plantas y hongos) hasta el nivel de especie. Se excluyen virus y bacterias, que si no, vaya locura.
2.- El territorio del patch debe tener una extensión inferior a 0.4 km², esta medida se puede obtener con la herramienta de Google Maps Area Calculator. El patch puede estar dividido (por ejemplo, porque una carretera lo atraviesa) pero cada parte debe estar separada por 1.6 km (1 milla) como máximo. Los patches se pueden compartir entre varios participantes. Cada participante puede tener más de un patch.
3.- Las especies se cuentan por ser vistas u oídas y es recomendable tener una fotografía que garantice la presencia de esa especie, especialmente cuando se trata de una poco común. La veracidad de alguna identificación podría ser cuestionada pero en general se confiará en el criterio del participante.
4.- Especies domésticas, escapadas, introducidas o híbridos podrán ser contadas o no.
5.- La Liga comienza para el participante cuando envía un e-mail a mí o a robertjaques26 ARROBA gmail.com. Puede participar cualquier interesado y es internacional. Aunque si no sabes inglés y eres español, yo haré de intérprete entre los organizadores y el participante.
6.- El premio aún no se sabe. 

Podéis ver la Hoja de Cálculo de la Liga 2014 haciendo click aquí.

Así que ya sabéis, si tenéis un patch y queréis participar, esta es vuestra oportunidad. 

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(*) Definitivamente, necesitamos una palabra en castellano para 'patch' sin que suene tan chanante como 'bancal'. Que paece que te se van a salir lajcabras del bancal y no veas la costalá que te vas a pegar como te tope una.

El Gran Bosque | Distrito de los Lagos

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    Ayer tuve la oportunidad de visitar el Lake District, uno de los Parques Nacionales británicos más famosos. Nunca había estado tan al Norte y tras atravesar campos y terrenos similares a las Tierras Altas, con muretes de piedra grisácea en vez de setos de plantas, llegamos a esta zona tan cercana a la frontera con Escocia. Desde la carretera se ven grandes y alargados lagos de aspecto profundo entre escarpadas laderas cubiertas de brezo y bosques, en cuyos bordes se erigieron hace cientos de años castillos y torres vigía para vigilar a los rebeldes escoceses que, de vez en cuando, hacían incursiones agresivas más allá del Muro de Adriano. 
    Allí nos acercamos al Gran Bosque (Great Wood), y justo al llegar, nos recibió un busardo ratonero (Buteo buteo), que estuvo planeando durante unos minutos sobre nosotros en el claro del bosque que se utiliza como aparcamiento. 
Busardo ratonero (Buteo buteo)
    En aquel claro, me llamó la atención una zarza iluminada sobre la que revoloteaban algunos caballitos del diablo de la especie Pyrrhosoma nymphula, que aprovechaban para asolearse o copular. La borrasca de la que habíamos huido estaba pasando por Yorkshire en aquel momento, pero por Cumbria ya había pasado todo y el sol brillaba con fuerza, cosa de la cual animales y plantas no dejaban de sacar partido. Las primeras dedaleras (Digitalis purpurea) ya florecían en esta zona. La dedalera es una planta muy querida y se utiliza mucho en jardines y parques, si bien es bastante venenosa. No le gustan los terrenos calcáreos (al contrario que a su prima Digitalis obscura, la típica dedalera de la mitad oriental ibérica). Como veis, os comparo las naturalezas británica e ibérica para que os hagáis una idea. La dedalera prefiere crecer en bosques de coníferas y fagáceas húmedos.
Flores tubulares de la venenosa dedalera (Digitalis purpurea). 
Caballitos del diablo rojos -en inglés, ´Large Red Damselfly´- (Pyrrhosoma nymphula)
     El Gran Bosque se llama así porque es la zona boscosa más grande que queda en Borrowdale. En realidad es un fragmento de bosque atlántico de quercíneas, donde predominan los robles comunes y albares, pero también aparecen fresnos comunes y hayas, y los alóctonos alerces europeos, que se han plantado en extensas zonas de Gran Bretaña. A pesar de todo, este tipo de bosque bastante puro no es muy común, y en esta zona, como es tan lluviosa, los troncos están cubiertos de musgos y helechos epífitos como el polipodio. Se le designó como Special Area of Conservation (SAC), lo cual indica que este bosque está en otro nivel ecológico. El organismo que se encarga de la gestión de esta zona es la National Trust, que por cierto, está trabajando bastante bien intentando unir los fragmentos de bosque que quedan mediante reforestaciones a modo de corredores biológicos, y están eliminando las repoblaciones antiguas de alerce. 
Alerces (Larix decidua), de una reforestación de hace años. En la actualidad, se están eliminando para dejar paso al bosque autóctono de robles, aunque también cumplen su papel alojando otras especies de insectos y aves.
En el bosque abundan los robles de las dos especies británicas (Quercus robur y Q. petraea), conformando un típico bosque atlántico parecido a muchos que encontramos en la mitad norte de la Península Ibérica.
    Sobre las húmedas frondes de los helechos, encontramos algunos insectos, como la mosca escorpión (Panorpa communis), en concreto un ejemplar hembra que volaba bastante torpemente.
Ejemplar hembra de mosca escorpión (Panorpa communis).
    Jess y yo contamos al menos cinco especies de helechos, entre ellas estaba el lonchite (Blechnum spicant), amante, al igual que la dedalera, de suelos ácidos. El lonchite crece en bosques de fagáceas que crean ambientes húmedos y nemorosos en su interior. Sus frondes son alargadas y fasciculadas.
Hoja nueva de lonchite (Blechnum spicant).
    El aspecto tan fantástico del bosque sin duda invitaba a soñar o a imaginar historias de elfos y otros seres mágicos del bosque, ¿quién no podría imaginar un enorme trasgo caminando por entre los troncos de los robles de las fotos de esta entrada?
   El Gran Bosque es famoso también por otra razón: la leyenda de Lady's Rake, que cuenta que la Condesa de Derwentwater escapó corriendo y subió la vertiginosa ladera de dicha quebrada, tras haber lanzado todas sus joyas a un lago cercano, después de que su marido fuera arrestado por haber participado en el levantamiento jacobita de 1715.
    No puedo evitar salir con una extraña sensación cada vez que salgo de un bosque, ya sea británico o ibérico, que son los únicos por los que he caminado. Dicho sentimiento no sé a qué se debe exactamente, la verdad. Puede que se trate por la mezcla de especies o por ellas en sí en un modo científico, todas nuevas pero conocidas, gracias a mis libros, para mí, o por sentirme realmente en mi ambiente, por sentirme vivo. Me temo que el sendero llega lejos y todavía no llego a entender a mi espíritu y su relación con las comunidades boscosas al cien por cien, tal vez sea algo ininteligible, algo que simplemente 'es' sin que haya que buscarle los tres pies al gato. Es algo incomprensible. 

Avispa cuco (Chrysis ignita)

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Este bonito ejemplar de Chrysis ignita apareció ayer tras una tormenta veraniega en Chinchilla,
sobre una barandilla de hierro, en busca de algo de sol. Parasita a otros himenópteros solitarios.

Breve historia natural de las hormigas león (Neuroptera: Myrmeleontidae)

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   En algún claro arenoso de uno de nuestros interesantes espartales, una fila de pequeñas hormigas negras del género Camponotus se desplaza con parsimonia hacia su cuartel general subterráneo. Caminan sin prisa pero sin pausa, sienten en sus pequeños cuerpos una suerte de primitivo poder predictivo que las pone manos a la obra para proteger la colonia de una lluvia inminente. Estamos a finales de julio, y estas tormentas veraniegas son comunes. Los obreros llevan semillas y restos de animales muertos, así como hojas, ramitas y tierra nueva que van introduciendo en el hormiguero. Los soldados, de amplias cabezas, vigilan que la operación ocurra sin problemas y deambulan alrededor de la marabunta, cerca de la entrada del hormiguero. Como si la escena estuviera cronometrada, poco después de que la última hormiga desaparezca en la oscuridad del reino subterráneo, la lluvia empieza a caer.
    Un par de días después, el sol, cuyos rayos volvieron a calentar la tierra a la mañana siguiente de la tormenta, ya ha secado el suelo. Las hormigas vuelven a la superficie con sus quehaceres. Sin descanso, colaboran para hacer más grande y rico el imperio al que pertenecen. A un metro o dos de allí, a los pies de una gran roca erosionada, algo se mueve. Un pequeño bulto de arena y la marca que va dejando delata su presencia, aunque se mueve a unos milímetros bajo el suelo. Se trata de un depredador que aprovecha el factor sorpresa para atacar a sus víctimas y alimentarse. Aquí vive una joven larva de hormiga león. Las lluvias recientes han destruido su trampa y tan pronto como se ha secado la arena, se ha puesto manos a la obra.
Aspecto de la larva de Myrmeleon formicarius.
GGSS
    La hormiga león, a pesar de su nombre, no es una hormiga típica (Hymenoptera: Formicidae), sino un neuróptero, como las beneficiosas crisopas, los ascálafos o la famosa Nemoptera bipennis, símbolo de la Asociación Española de Entomología. El aspecto (monstruoso si midieran 3 m) de las larvas les otorgó ese nombre (Myrmeleon, el género que da nombre a la familia, significa, literalmente, hormiga león). Son pequeñas criaturas poco más largas que las hormigas normales, de aspecto jorobado, con un abdomen de gruesa cutícula que les protege de las altas temperaturas que alcanza el suelo en los veranos mediterráneos, una cabeza alargada dotada de dos largas estructuras a modo de mandíbulas de aspecto feroz y dos pares de patas dirigidos hacia delante y el otro hacia la parte trasera del abdomen. Tienen un característico modo de locomoción, pues se desplazan siempre hacia atrás por medio de convulsiones abdominales, facilitando su enterramiento. 
    Como decía, nuestra hormiga león se dispone a construir un nuevo centro de caza: desplazándose en círculos cada vez más cerrados y expulsando arena mediante rápidos movimientos de la cabeza, va creando una especie de embudo en la arena, una trampa, en el fondo del cual permanece tras haberlo construido (1). Al cabo de unas horas, a pocos centímetros de nuestra larvita, van apareciendo más embudos de otras larvas hermanas. Es curioso, pero por lo general, las larvas que construyen su embudo en sitios alejados de zonas más cubiertas por vegetación lo hacen con un menor diámetro, mientras que el de nuestra larva, que se encuentra en una zona más expuesta, es mayor (2).
    ¿Y ahora qué? Ahora, a esperar. Pueden pasar horas, minutos o segundos, pero tarde o temprano, una hormiga procedente del hormiguero cercano pasará por allí. Ya sea un obrero en busca de comida que llevar al hormiguero o un soldado explorando el terreno circundante, una hormiga caerá al embudo y comenzará la acción. La hormiga intentará salir de la trampa, pero la larva de hormiga león zarandeará la cabeza, lanzándole arena para que caiga, a la vez que las paredes del embudo de arena comenzarán a desmoronarse. Y así ocurre. La hormiga acaba presa de las piezas bucales de la larva de hormiga león, que atraviesan su exoesqueleto inyectando un líquido disolvente que destruye el interior de la hormiga, matándola. Es una muerte cruel pero necesaria. Nuestra larva absorbe su jugo hasta que no queda de la hormiga algo más que una crujiente piel seca. Las presas de las hormigas león no son siempre hormigas, en realidad, cualquier pequeño invertebrado que caiga en su trampa es susceptible de ser su presa, desde arañas de pequeño tamaño hasta isópodos (cochinillas de la humedad o ‘bichos bola’). Cuando la larva ha terminado, con un rápido movimiento de la cabeza, lanza el cuerpo seco de su presa por encima de su embudo para no estorbar, y después lo reconstruye.
Las hormigas león pueden permanecer hasta 3 años en forma de larva, dependiendo de la especie. Pasan las semanas y llega un día en que la larva siente que está preparada para dar el paso: construye un pequeño capullo redondo con granos de arena que une con una especie de seda y se acurruca en su interior. Algunos días después, la larva ya se ha transformado en una criatura amarillenta de grandes ojos que no es ni larva ni adulto (imago), sino crisálida, y permanece prácticamente inmóvil mientras, en su interior, sus tejidos se redistribuyen y van formando futuros órganos. 
Crisálida de Myrmeleon sp. GGSS
    Tras unas pocas semanas, el imago ya está completamente formado y surge de la arena, estirando lentamente sus cuatro alas transparentes. En su último estadio de vida, se parece lo mismo a su larva que una mariposa a su oruga. Su pequeña cabeza es triangular y está dotada de dos enormes ojos de color característico y un par de antenas capitadas, acabadas en un pequeño mazo. El abdomen es largo, otorgándole aspecto de caballito del diablo. Vuelan bastante torpemente al atardecer en busca de un individuo del otro sexo con el que aparearse. Nuestra hormiga león emprende su primer vuelo, que no estará exento de peligro, en busca de pequeños insectos y polen. Puede ser capturada por cualquier ave insectívora, salamanquesa o insecto depredador, como las mantis, aunque no obtendrán mucho alimento debido a la delgadez del imago.
Imago de hormiga león (Myrmeleon formicarius). GGSS
    Muchas veces, las hormigas león adultas son atraídas por las luces de la ciudad. Es fácil verlas en las noches de finales de verano revoloteando alrededor de luces de escaparates y farolas, mientras que por el día permanecen con las alas plegadas escondidas o sobre troncos o hierbas. Nuestra hormiga león resulta ser una hembra y, tras haberse apareado, encuentra otra zona arenosa donde depositar sus huevos, que coloca individualmente en la arena. Los adultos sólo tienen un cometido, el de la reproducción. Así que, a los pocos días, muere. Así se repite el ciclo biológico de las hormigas león, un insecto fascinante que pasa desapercibido casi siempre y cuya existencia ignoran la gran mayoría de los humanos.

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(1) En la serie documental El Jardín Viviente, en el capítulo titulado Amantes de la arena, hay una secuencia donde aparece una larva de hormiga león construyendo su nido a alta velocidad. No os la perdáis.
(2) Según Hakan Bozdoğan, Cengiz Bahadıroğlu y Sevil Toroğlu enSome behavioral observations on larvae of Antlion, Myrmeleon formicarius Linnaeus, 1767 (Neuroptera: Myrmeleontidae) in forest and non-forest areas of Kahramanmaras Province, Turkey (Journal of Zoology, 2013).

El Charco Azul (Valdeganga) y recuerdos del incendio de mayo

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    El Charco Azul es un paraje de interés natural que se forma en una zona de unión entre el río Valdemembra y el Júcar a unos kilómetros al Oeste de Valdeganga. En esa zona se construyó una piscifactoría que en la actualidad se encuentra en desuso. En el año 2008, la zona se adaptó al esparcimiento con la construcción de pasarelas de madera que conectaban varias zonas sobre el agua y carteles informativos sobre la naturaleza del lugar, sin embargo, este pasado invierno, una avenida de agua procedente del Valdemembra ha destruido parte de una pasarela, haciendo prácticamente imposible el acceso directo a una parte del paraje. Más de seis meses después, la zona sigue igual. 
    Hace más de un mes, el pasado 6 de mayo de 2014, se declaraba en una zona muy cercana un trágico incendio que se cobró la vida de un hombre mayor que intentaba apagar restos de poda, como se puede leer en Internet. En el incendio ardieron unas 30 ha de ambas orillas del río. Más de un mes después, he visitado la zona y en esta entrada voy a contaros lo que he visto, si bien solo he observado la zona afectada por el incendio desde el coche y de lejos.
Dedalera negra (Digitalis obscura)
    En realidad, el propósito de nuestra visita era buscar algún ejemplar de dedalera negra (Digitalis obscura) (fam. Plantaginaceae) en plena floración que fotografiar, ya que suelen hacerlo, en esta zona del mundo, a finales de primavera. El Charco Azul es una de las localizaciones más cercanas a la capital donde he encontrado esta especie, sin contar con las Sierras de Alcaraz y Segura, aunque es común en los montes ibéricos y debe de haber en más sitios de la provincia. Descubrí este sitio el año pasado, cuando me sorprendí con la floración de decenas de ejemplares en una ladera dominada por grandes pinos piñoneros y bojes, tras las copiosas lluvias primaverales. Las flores tubulares de color naranja herrumbroso y amarillo, cubiertas de una fina vellosidad, brillaban fantasmagóricamente en la penumbra del pinar. Sin embargo, hoy era diferente. No me ha costado encontrar las matas de dedalera, pero sí me ha costado ver flores. Solo un ejemplar estaba en plena floración, pero con una espiga más corta, y las otras matas tenían flores secas o ni siquiera tenían espigas florales. Sin duda, la sequía ya hace de las suyas, a pesar de que el monte intenta seguir adelante como puede, ya que por eso está adaptado a la falta de agua que no es rara en la cuenca mediterránea. Mientras tanto, el bosque de ribera seguía como siempre, con sus característicos ruiseñores comunes y cetias ruiseñores reclamando, y el soniquete de algunos páridos, además de jilgueros, verdecillos y abejarucos.
Comunidad de Sambucus ebulus, muy abundante en la zona, en plena floración.
Hay también álamos blancos
(Populus alba).
Imagen de una zona del pinar de los alrededores del Charco Azul, con sus imponentes piñoneros.
    Los puentes y las construcciones de la antigua piscifactoria constituyen un soporte para algunas plantas que gustan de grietas y roquedos, como la sorprendente boca de dragón (Antirrhinum litigiosum), fácil de ver floreciendo en la parte superior de puente de la zona. De uno de los ejemplares he recogido semillas, de las cuales producen miles y miles. En la parte del puente más cercana a donde el agua se agita brutalmente (el Júcar es un río salvaje y engañoso, rápido y furioso), las frondes del culantrillo de pozo (Adiantum capillus-veneris) se sacuden.
Antirrhinum litigiosum
    Los enjambres de pequeños insectos flotaban bajo los grandes tallos inclinados de la invasora Arundo donax, la caña brava, lo cual hacía bastante incómodo caminar por la zona. Las flores de zarza y de clemátide atraen hordas de himenópteros y dípteros polinizadores que andan atareados durante todo el día volando de aquí para allá, cosa que las aves insectívoras no dejan de aprovechar. Incluso las lagartijas delatan su presencia con el crujir de las hojas de las alamedas a su paso. Otros depredadores que prefieren esperar a que sus presas caigan en sus redes son las arañas. Tejiendo sus telas en la vegetación que cubre algunas acequias, muchos araneidos aguardan pacientemente.
Larinioides sp. con una presa.
    Volviendo ya, a Jess le ha llamado la atención algo reluciente que yacía a un lado del camino. Era una criatura con cierto parecido a un pez, pero en realidad era un ejemplar de eslizón ibérico (Chalcides bedriagai), muerto. Este es el primero que veo en tierra firme, anteriormente lo conocía de Isla Grosa, donde aparece abundantemente. La cita ya la he subido al SIARE.
Chalcides bedriagai
    Finalmente, nos hemos dirigido de vuelta al coche, no sin antes recolectar alguna Pallenis spinosa para el herbario. A la vuelta, ha sido cuando he podido observar y fotografiar los estragos del incendio, que si bien no son tan visibles, el daño se nota si se observa con atención. No ardió mucho, pero poco siempre es mucho.
Se observa monte bajo y pinar quemado en la parte superior de la colina.
Otra zona afectada, ya volviendo a Valdeganga. Ardieron bancales, donde se observan ya nuevos brotes de caña, y monte bajo (sobre todo espartales y romerales, algunos pinos y árboles cercanos al agua. 

Voluntariado en Yeste I: un safari nocturno en el jardín

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    Finalmente, mi amigo Rafa Torralba nos convenció a Jess y a mí de ir con él e Irene Álvarez al voluntariado para la reforma y construcción de un cuerpo de agua en la Sierra de Segura albaceteña que formaba parte del Proyecto Amphibia. Nos alejamos en el complejo rural de La Alberquilla, a unos minutos de Yeste, en una zona de colinas de monte bajo de romeros y sabinas y pinares de pino carrasco.
    La primera noche aprovechamos para explorar el entorno de la casa rural y, armados de frontales y linternas y acompañados por niños y padres que también participaban en el voluntariado, buscamos animales nocturnos que surgían de grietas y rincones atraídos por la luz de las farolas. 
    No podíamos imaginar la cantidad de atrópodos que esperaban para posar para nuestras cámaras... Fuera bromas, el primer animal que apareció fue una hembra adulta de empusa (Empusa pennata) que avistó Jess. Para mí fue una grata sorpresa, ya que es el primer ejemplar adulto que he podido observar, siempre había encontrado instares sin alas. Como se ve en la fotografía inferior, sabemos que es una hembra por la estructura de las antenas, filiforme, y no plumosa como las de las machos.
Hembra de Empusa pennata.
    Si observáis bien, la empusa está posada sobre una estructura cerámica. Era un trozo de tinaja encajado en el muro sobre el cual estaba situado el farol que atrajo a la empusa. En la boca de la tinaja, que estaba rellena de tierra, encontramos también un terídido muy similar a la Latrodectes o viuda negra, pero no nos dio tiempo a verlo mejor porque justo después de descubrirlo, desapareció en su guarida; alrededor de su tela, cadáveres de decenas de insectos pequeños se acumulaban macabramente.
    Seguimos caminando, alejándonos de las luces hacia un murete de rocas con abundantes resquicios y grietas ideales para más animales pequeños. Otro insecto que encontramos aquí fue un escarabajo de las tinieblas del género Akis, con su típica forma de desplazarse, 'como si estuviera perdido', en busca de algo podrido o muerto que echarse a la boca.
Akis sp.
    Con las luces de los frontales vislumbramos los ojillos de una tarántula de la especie Hogna radiata, que sería de las primeras, pues abundaban muchísimo. También veríamos otras arañas lobo en otras zonas más alejadas del complejo de jardines y casas, pero voy por orden. La abundancia y tamaño de las arañas causó sensación entre los peques.
Hogna radiata
    Otro arácnido que nos detuvimos a contemplar fue el opilión, una criatura de cuerpo minúsculo y de patas infinitas. No pican, pero su aspecto, que recuerda a las arañas patilargas (Pholcus) le acarrea mala reputación. No he podido identificar la especie a la que pertenecen los dos individuos que vimos, aunque me parece poco científico ponerla así, como si nada, pero si sabéis cuál es, os agradecería mucho que me dijerais qué os parece.
Haz click en la imagen para ver mejor la fotografía.
    Del muro pasamos a un área cespitosa con farolas altas y jardincillos. Allí fotografiamos una hermosa hembra de gran grillo verde (Tettigonia viridissima), un grillo de matorral omnívoro.
Un bonito ejemplar de (Tettigonia viridissima) hembra sobre el brazo de Irene. Se observa al final del abdomen el largo oviscapto u ovopositor, una estructura pinchuda que la hembra utiliza para 
perforar el suelo y realizar la puesta.
    Las farolas son un foco de atracción para decenas de insectos que viven en el monte. Incluso en la zona más concurrida por humanos, los insectos no faltaban menos que a las afueras de La Alberquilla. Las pequeñas polillas de la familia Geometridae y algunas polillas penacho (Pterophoridae) se agrupaban revoloteando en nubecillas alrededor de las bombillas.
Chlorissa cloraria
Emmelina monodactyla
Myelois circumvoluta. Imagen de Irene Álvarez.
    En medio de una de las zonas de jardín había un pequeño estanque de turbias aguas azuladas, allí los niños encontraron una Hogna radiata macho flotando, y al apuntarle con el foco de luz, movió las patas temblorosamente, como flotando en el espacio. Con un palo que había encontrado la pequeña Adriana, conseguimos salvarla llevándola a la orilla y colocándola sobre la hierba. 
El macho de Hogna radiata que rescatamos con el palo de Adriana.
    Cuando los niños y sus padres se fueron a dormir y solo quedamos Rafa, Irene, Jess y yo, volvimos en busca de la viuda negra, que todavía no había vuelto a salir, y seguimos caminando por la carretera, internándonos en la oscuridad, en dirección contraria al murete de rocas. Desde la base de los matorrales y en zonas arenosas, pequeños ojos luminosos nos devolvían la mirada. Eran más licósidos, y esta vez la cosa se ponía seria. Empezamos a ver las primeras tarántulas ibéricas (Lycosa hispanica), de cara expresiva e instinto cazador.
Me encanta este bicho. Hembra de Lycosa hispanica.
Otra Lycosa hispanica.
    Vimos decenas de ejemplares, por doquiera que mirásemos, entre los arbustos siempre había un par de ojillos brillantes que se iluminaban con la luz de nuestros frontales. Reconozco que a mí me encanta verlas, son uno de mis artrópodos favoritos y esa mirada de invertebrado inteligente me fascina. A Rafa también le gustaron, así que nos metimos en un arenal al lado de la carretera, donde las hierbas agostadas albergaban más individuos. Descubrimos también una mariposa niña celeste (Lysandra bellargus) durmiendo sobre un cardo seco, y con ella practicamos la macrofotografía a oscuras totalmente, sólo con el flash de la cámara. La pobre se portó bien y pronto la dejamos en paz.
Lysandra bellargus "durmiendo".
    De vuelta ya a las habitaciones, volvimos a pasar por donde habíamos visto la Empusa pennata del principio de la entrada, pero ya no estaba, al igual que la viuda negra, que se debió asustar mucho porque ya no quiso salir. Volvimos a encontrarnos con más ejemplares de Hogna radiata, algunos con una pata de menos. Finalmente, en el último farol que revisamos, justo delante de nuestras habitaciones, encontramos las arañas más grandes que hemos visto nunca. Eran criaturas sí nos inspiraron algo dentro, no digo temor porque somos naturalistas con bastante campo andado, pero sí algo de repelús. Había dos enormes seres grises de ocho patas largas sobre este último farol, aprovechando que la luz atraía pequeños insectos, y los cazaban. Ninguno las conocíamos, de hecho, cuando Rafa me ha dicho hoy el género al que pertenecen, no me sonaba de nada: Eusparassus. Uno de los ejemplares había capturado un adulto de hormiga león. Medirían unos 7 cm.
Eusparassus cf dufouri
Eusparassus cf dufouri
    Con esta última visión arácnida y el canto lejano de un autillo nos fuimos a acostar (y aún en la habitación nos encontramos más arañas, en concreto, dos terídidos pequeños), y nos despedimos con un "ya veréis cómo soñáis todos con arañas". Y así fue.

Voluntariado en Yeste II: arreglando un cuerpo de agua para salamandras

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Cartel utilizado para señalizar nuestra actuación.
    El segundo día, el sábado día 12 de julio, acudimos al lugar del voluntariado. La actividad se centró en la adaptación de un cuerpo de agua para la salamandra (Salamandra salamandra). Reformamos un abrevadero en una ladera que recibía agua de una fuente unos metros más arriba, la Fuente Molejón en Yeste, cerca de Boche y del río Tus. El abrevadero estaba cubierto por una mezcla de fibra de vidrio y pintura, así que cortamos el agua, arrancamos ese toda esa capa, hasta dejarlo esquelético, y lo recubrimos con cemento. Pusimos rocas y piedras dentro para ofrecer cobijo a las futuras larvas de anfibio. Asimismo, otro grupo de voluntarios construía un estanque. Finalmente, tras dejar secar el cemento, reconectamos el abrevadero con la charca, taponamos el abrevadero y dejamos que se llenase todo de agua durante toda la noche.
Entorno del abrevadero y el estanque. El bosque de alrededor está formado principalmente por pinos carrascos, algún resinero (a la izquierda de la foto se ve uno, cónico y más oscuro que los demás),
sabinas, romeros, jaras, encinas, zarzas...
Los voluntariados que se encargaron de cavar el estanque y montarlo
hicieron un trabajo brillante. ¡Aquí disfrutarán muchos anifbios!
    La actuación iba dirigida a la recuperación de la población local de salamandra, pero cualquier anfibio, como es natural, será bienvenido. En la tierra ligeramente empantanada de alrededor se plantaron almeces y fresnos.
Lobito jaspeado (Pyronia cecilia) sobre Mantisalca salmantica, en los alrededores del abrevadero.
Torvisco (Daphne gnidium)
    Bromeamos con encontrarnos la zona destrozada por jabalíes y cabras montesas a la mañana siguiente, aunque en el fondo nos preocupaba, pero el día siguiente volvimos Rafa, Irene, Jess y yo y todo estaba perfecto. Un día tardamos en adaptar la zona. Ahora solo falta esperar que la vegetación crezca y dé sombra.
Un gran equipo.
    La salamandra no es un urodelo escaso en la Sierra de Segura. Donde encuentra cuerpos de agua aptos, generalmente prospera, pero el gran problema de los anfibios en la Iberia mediterránea, como siempre, es la pérdida de hábitat, y todo lo que se haga para reforzar poblaciones nunca es suficiente. Por eso es importante pequeños gestos como este y concienciación.
Detalle de las sierras béticas de Albacete. Los cuadros en rojo representan citas de salamandra común.
Fuente: S.I.A.R.E
Salamandra común (Salamandra salamandra). Foto de Rafa Torralba.

Voluntariado en Yeste III: segunda noche de safari fotográfico

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    Tras recuperar la zona de agua, una ducha y una buena cena, volvimos a salir de La Alberquilla en busca de más animales (de más arañas, más bien). Esta vez, sí nos internamos en el monte, pasando primero por el murete de rocas, siempre andando por el camino, pero casi a oscuras.
Agelena labyrinthica construye su tela en forma de embudo a ras de suelo o en la parte baja de muretes de roca.
Otra Agelena de librea más clara. Se aprecia la entrada del embudo de telaraña.
    Sin duda, el monte de noche pertenece a los arácnidos. Las arañas lobo seguían campeando, los machos de Hogna radiata estaban de nuevo por doquier, desde las grieta del murete hasta en medio del camino.
Hogna radiata
    Otro arácnido que vimos, y que no era una araña, era el llamado solífugo o escorpión de viento (Gluvia dorsalis). Siempre los veo correr a toda velocidad, pero aquí, de noche, el que vimos se movía despacio pero sin pausa. Sin embargo, se dejó hacer fotos durante unos minutos. 
Gluvia dorsalis
    Los solífugos son animales interesantes de observar. No son venenosos ni agresivos, pero con sus poderosos quelíceros pueden morder y agarrar pequeños insectos y arácnidos. Los pedipalpos son largos y tienen el aspecto de patas ya que parecen nacer de la parte inferior de la zona cefálica. Su función es prensil y adherente, aunque también las usan para ir tentando el terreno a modo de antenas. En la punta de éstos tienen unas pequeñas ventosas que son capaces de anclarse incluso a cristales.
Gluvia dorsalis
    Durante el día permancen escondidos bajo rocas y en lugares oscuros, o en pequeños nidos tubulares que abandonan por la noche para ir en busca de alimento.
    La luna llena, una de las más grandes del año, iluminaba las sierras y las colinas, y les otorgaba sombras siniestras. Los pinos, muchos de ellos colonizadores de otras zonas, se erguían siniestros en la oscuridad. La brisa traía su olor y nos gustaba.
Pino carrasco (Pinus halepensis)
    Al empezar a internarnos más de la cuenta en el monte, nos dimos cuenta de que ya era tarde, y volvimos de nuevo al muro de rocas. La araña patilarga (Pholcus cf phalangioides) también encontraba su sitio en un resquicio de la zona. Estas arañas tienen un mecanismo de defensa muy particular. Cuando algo grande roza sus telas, las hacen temblar, con lo cual, tan finitas ellas, desaparecen difuminadas por el movimiento de sus delgados cuerpos. Esto lo descubrí con una temprana edad en mi propia casa, en el garaje, donde solía haber grandes cantidades de esta araña.
Pholcus cf phalangioides
    Ya de vuelta a la habitación, nos detuvimos en el farol donde habíamos visto la Eusparassus, y allí estaban otra vez. Me sorprende que una de las arañas más grandes e interesantes de Europa sea prácticamente desconocida más allá de los círculos naturalistas entendidos. Es un animal elegante e imponente que debería tener nombre en castellano. Con la visión de esta criatura, nos fuimos a dormir. Terminada ya la restauración de la fuente, el abrevadero y el estanque, no quedaba nada que hacer, así que aprovecharíamos para explorar la Sierra al día siguiente, la joya de la provincia de Albacete.
Eusparassus cf dufouri

Voluntariado en Yeste IV: Yeste, Calar de la Sima, Estrecho del Diablo y una nueva cita de culebra de collar para la provincia

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    El domingo nos levantamos y, tras desayunar y despedirnos de algunos voluntarios, nos dirigimos al castillo de Yeste, que pillaba cerquita, para que Jess echara un vistazo. Yeste tiene fama de ser uno de los sitios más calurosos de la provincia de Albacete: incluso en el mes de abril de este año se superaron los 30 C. A las 11 de la mañana ya pegaba fuerte el sol en la zona del castillo y callejeando encontramos rinconcillos bastante interesantes, típicos de los pueblos de la sierra, con higueras olorosas en rincones húmedos, calles con sus geranios en las ventanas y todo eso. El calor se volvió sofocante tras un rato de paseo, aunque decidimos continuar hacia el castillo. Por el camino, un ruido de alas invertebradas captó nuestra atención, y vimos, intentando posarse en una fachada, una libélula de la especie Boyeria irene (que Rafa ha identificado con su nuevo libro de Odonatos, habrá que creerle), anda que ya les vale con el nombre. Dentro de poco, tendremos otros animales con el nombre de "Panadería Cristina".
Boyeria irene
    Desde Yeste fuimos directamente al Calar de la Sima (1897 msnm). Allí nos recibió un pequeño rodal de tierra húmeda donde crecían juncos y otras plantas amantes de la humedad, y helechos comunes (Pteridium aquilinum). El sol y la alegría del verano alteraban las hormonas de los insectos, incluyendo a los ropalóceros, que se contaban por decenas. Este es el sitio donde más especies de lepidópteros he visto juntas. Pudimos captar varias especies con nuestras cámaras incluyendo una Zygaena:
Limonera (Gonepteryx rhamni)
Adipe (Argynnis adippe)
A la izq., una adipe, a la derecha, una pandora (Argynnis pandora).
El nimfálido endémico Melanargia lachesis o medioluto ibérica.
    De subida al Calar, el sol pegaba fuerte y las temperaturas subían bastante. Cuando el ambiente pasó de ser caluroso a directamente un horno, Jess y yo nos quedamos un poco atrás. En algunas zonas aclaradas, prácticamente solo crecían mejoranas de monte (Thymus mastichina), y aproveché para recolectar un poco, ya que se puede utilizar tanto culinariamente como por su utilidad medicinal, para aliñar algunos platos y para calmar digestiones pesadas, catarros, falta de sueño...
    El paisaje desde esta zona ya comenzaba a impresionar, aunque he de decir que las altas temperaturas no ayudaban mucho a apreciarlo al máximo. Conforme caminaba, recolecté algunas semillas de enebro y pino para nuestras restauraciones con ARBA Albacete.
Bosque mixto de Pinus nigra subsp. salzmannii y Pinus pinaster. Bienvenidos al Jurásico. 
Que nooo, que es Albaceeeeete, ¡¡¡yieeeeeja!!!
Estróbilos gigantes de Pinus pinaster.
    Intentamos seguir caminando, pero ya era demasiado, y solo vimos parte de la zona, aunque yo había estado antes con Rafa. El único animal que vi fue un carbonero común (Parus major) e incluso Rafa vio un petirrojo (Erithacus rubecula), cosa rara en esta época y por esta zona. Las formas de las rocas y los extensos bosques de coníferas dan un carácter antiguo a este territorio, uno de mis favoritos de nuestra variada provincia.
La Peña de la Cabeza. A mí me recuerda mucho a una esfinge egipcia, ¿y a vosotros? 
Espino albar (Crataegus monogyna). Arbolillo fácil de ver por la zona.
El paisaje montañoso que se observa desde el Calar de la Sima es imponente.
Una planta de grietas de montaña, el torvisco moruno (Daphne oleoides).
Otra especie montana en estas sierras del Sur peninsula: el torvisco macho (Daphne laureola).
Catananche caerulea
    Desde la sombra de unos arbolillos, Jess y yo aprovechamos para observar diferentes plantas montanas, como el cojín de monja (Erinacea anthyllis), que, a pesar de su aspecto estival, seguía imponiendo con sus espinas afiladas.
Erinacea anthyllis
Helleborus foetidus
    Hartos de calor, nos dimos la vuelta y nos volvimos a internar en otra zona de la Sierra, esta vez a menor altitud: el Estrecho del Diablo. Seguimos unas acequias y llevándonos más de un raspón con las zarzas, conseguimos bajar al profundo valle. Por el camino observamos algunas especies interesantes, como algunas plantas típicas de roquedos y cárcavas.
El abejorro Bombus pascuorum libando una flor de zarza.
Chiliadenus glutinosus, el conocido té de roca.
La hierba de San Juan, Hypericum perforatum.
Cornicabra (Pistacia terebinthus). Similar al lentisco, se diferencia de él principalmente por la estructura de sus hojas, imparipinnadas (es decir, con un foliolo terminal) y por ser caduco.
Campanula velutina
Culantrillo de pozo, Adiantum capillus-veneris. Un helecho común en fuentes, pozos
y paredes rezumantes de toda la provincia.
Potentilla caulescens. A pesar de que algunos autores (Alcaraz et al. 1993) la diferencian como P. petrophyla, en general ambos nombres se consideran sinónimos.
    En la orilla del río crecían unas plantas llamativas de curiosos frutos, la emborrachacabras (Coriaria myrtifolia). Esta planta es muy tóxica, sus frutos no deben comerse aunque parezcan apetecibles. Crece en barrancos, orlas de bosques, orillas de zonas húmedas, cunetas...
Frutos característicos de Coriaria myrtifolia.
    También aquí había insectos. Nos llamó la atención el vuelo de una enorme polilla, que de lejos nos recordó a alguna esfinge, pero al acercarnos resultó ser una catocala. Cuando no mostraba las alas inferiores, coloreadas de rojo fuerte y negro, prácticamente no se distinguía de la rugosidad de la pared donde se posó.
Catocala nupcial (Catocala nupta).
Bupréstido (Calcophora cf mariana). Otro insecto serrano.
El susto que nos dió al colarse volando
en el coche fue descomunal. Menudo helicóptero.
    Tras una buena comida serrana que nos recargó las pilas, volvimos ya hacia el centro de la provincia. Por el camino, paramos en una charca junto a la carretera, cerca ya de Elche de la Sierra, donde estuve hace dos años con unos amigos. La otra vez encontramos muchísimos escorpiones de agua (Nepa cinerea) y ahora quería ver si seguía habiendo tantos y enseñárselos a mis amigos. La charca, que parece ser permanente, se encuentra en un arenal del que se debió extraer arenas hace años. 
A unos pocos kilómetros de Elche de la Sierra se encuentra esta charca de interés.
    Alrededor crecen algunos pinos carrascos de tamaño considerable y retamas, así como cardos y juncos churreros. En medio de la charca hay espadañas. Subiendo y bajando pequeños montículos y zanjas de árida tierra, llegamos a la orilla donde nos recibió una criatura sorprendente. Se trataba de una culebra acuática de collar (Natrix natrix astreptophora) joven. Medía entre 50 y 60 cm y para nada actuó como yo pensaba al vernos. Yo pensaba que se haría la muerta, en cambio, al verse delante de cuatro seres humanos, se enroscó e incluso hinchó la cabeza, haciéndola triangular como si fuera una víbora. No nos preocupamos porque sabemos que en realidad no son venenosas ni agresivas y que su única defensa son los líquidos fétidos que puede descargar desde las glándulas anales. Esta es la primera vez que veo esta especie en la Península Ibérica y es cada vez más difícil de ver en Albacete, al contrario que su prima la culebra viperina (Natrix maura). La cita, por supuesto, ya la mandamos al SIARE.
Natrix natrix astreptophora, individuo joven.
Natrix natrix astreptophora
    Tras un pequeño reportaje al pequeño ofidio, seguimos explorando la charca. No había ningún escorpión de agua, pero sí libélulas de varias especies, la única que se dejó fotografiar fue la que veis abajo, identificada también por Rafa. También había libélulas emperador (Anax imperator) en actitud de cortejo.
Sympetrum fonscolombii
    Pero todavía nos esperaba una última sorpresa en este arenal. Me acerqué a una retama donde vi un jabalí muerto la otra vez que estuve, y solo quedaban dos huesos, así que me di la vuelta para volver al coche. Miré distraído hacia un cardo y descubrí una mantis camuflada entre las espinas: era otra empusa (Empusa pennata). 
Empusa pennata, ejemplar hembra.
La misma Empusa pennata sobre un Onopordum, mirando a cámara.
    Tras el reportaje empúsico, ya solo quedaba un sitio por visitar: el embalse de El Talave, en las cercanías de Liétor. Nos acercamos a ver la gran colonia de avión común (Delichon urbicum), que es impresionante. 
    Con la imagen del vuelo de los aviones comunes sobre las aguas azules del río Mundo y de las enormes carpas verdosas difuminadas bajo la superficie, nos despedimos hasta otra vez, cargados de recuerdos y fotografías. 
Río Mundo a su paso por el Embalse de El Talave.

Paseo nocturno por la Sierra de Chinchilla

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    Tras las experiencias arácnidas que tuvimos en Yeste, el sábado por la noche, Rafa Torralba, Jess y yo nos habíamos quedado con ganas de más y se nos ocurrió que un buen sitio para recopilar citas de licósidos podría ser la Sierra de Chinchilla. Así que, una vez más, cargados de cámaras y frontales, nos acercamos a este lugar y nos pusimos manos a la obra. El tiempo no nos acompañaba, la temperatura era inferior a la de otras noches veraniegas y además el viento soplaba incansablemente. 
    Hicimos una ruta de unos 5 km, desde una zona de barbacoas nos internamos en la Sierra, pasando cerca del cuco (construcción característica de la zona de La Mancha que consiste en una gran estructura cónica de piedras y una pequeña entrada que se utilizaba antiguamente como refugio para pastores o determinados tipos de ganado o para guardar aperos de labranza, también se conocen como 'chozos', 'cubillos' o 'bombos manchegos'), atravesando el páramo reseco debido a la sobreexplotación agrícola y ganadera de la zona, y acabamos en la plantación de pinos, desde donde volvimos a las barbacoas. En esa ruta circular nos dio tiempo a observar diversas especies de invertebrados interesantes que solo se pueden ver a medianoche. A pesar de que parecía que iba a llover (luego no llovió ná), no vimos ningún sapo y los únicos vertebrados que vimso fueron algunos conejos, aláudidos que salían volando desde los bordes de algunos caminos y palomas torcaces que salían despavoridas de algunas copas de pinos a nuestro paso.
  Yo ya había visto alguna araña lobo anteriormente en el lugar, como podéis ver en esta entrada, pero sospechábamos que, por las características del terreno y el sitio, sería fácil encontrar bastantes si nos dábamos un paseo por la noche. El método que utilizamos para localizar a los especímenes fue el de avistamiento por brillo de ojos. Los licósidos no son arañas que construyen tela, todo lo contrario: estas se van de caza. Para ello precisan de unos ojos que las ayuden a moverse en terrenos pedregosos a veces en completa oscuridad en busca de sus presas. Como muchas arañas, poseen ocho ojos, pero dos de ellos son descomunales comparados con los otros seis. Al enfocarles con un haz de luz en plena oscuridad, estos ojos la reflejan, como los animales que se ven en las carreteras de noche. El brillo de sus ojos solo lo ve el que dirige el haz de luz, o sea, el que, en este caso, lleva el frontal. 
    Observamos muchos individuos de Lycosa hispanica y Hogna radiata jóvenes, pero también algunos otros adultos descomunales. Nos llamó la atención este hecho, ya que en Yeste prácticamente todas eran grandes, sin individuos jóvenes o de menor tamaño. 
Lycosa hispanica, ejemplar hembra de gran tamaño.
Lycosa hispanica
Hogna radiata
    Fue inevitable detenernos a observar otros artrópodos, no solo arañas lobo, que también nos llamaron la atención. Uno de ellos fue una hembra de luciérnaga, concretamente de la especie Nyctophila reichii. Recuerdo, hace bastantes años ya, encontrarme una larva de luciérnaga en un jardín de Chinchilla, pero no había tenido la oportunidad de observar ninguna más; además, esta era una hembra iluminando. Una pasada. La sorprendió Rafa agarrada a una brizna de hierba, iluminando tenuemente con ese característico resplandor verdoso. Me llamó la atención que, a pesar de las fuertes ráfagas de viento que soplaban en el momento de la observación, la luciérnaga seguía emitiendo luz.
Nyctophila reichii
    Otro coleóptero que vimos varias veces fue el escarabajo Blaps, probablemente B. gigas o lusitanica. Los encontramos en medio de caminos o en zonas sin vegetación, con la cabeza inclinada al suelo. Jess nos dijo que un estudioso de los tenebriónidos (familia de escarabajos a la que los Blaps pertenecen) le había contado que, en el desierto, algunas especies adoptan esta posición para que, al llover, el agua les resbale por el exoesqueleto hacia la boca. En Internet también leímos que esto es una postura defensiva: levantan la parte posterior del abdomen para que las glándulas que expelen un líquido desagradable queden más cerca de los posibles depredadores. Personalmente, me parece más razonable la primera opción, ya que: 1) avistábamos a los ejemplares en dicha posición desde lejos, a unos metros antes de llegar a ellos, y observábamos que ya se encontraban así antes de acercarnos nosotros, y 2) el cielo amenazaba tormenta, aunque al final no cayó nada. Estos escarabajos son comunes en la sierra y muchos aparecen ahogados en abrevaderos con fines cinegéticos.
Blaps sp
    En otra zona descubrimos un macho de chinche adornada (Eurydema ornatum), un bonito y minúsculo insecto que parece hecho de porcelana. 
Eurydema ornatum, ejemplar macho.
    También vimos un adulto de hormiga león (Myrmeleon cf formicarius) que descubrió Jess, posado en una ramilla. La abundancia de pequeños rodales de arena en esta sierra favorecen su proliferación.
Myrmeleon sp
    Entre cada observación de una especie de insecto, se producían tres o cuatro de arañas lobo. Dirigí a mis amigos a una hondonada que he visitado varias veces donde, bajo una piedra enorme, encontramos dos nidos de Uroctea durandi, una araña mediterránea de característica forma. El abdomen, pentagonal y negro aterciopelado, posee cinco puntos amarillos, uno en cada vértice. Uno de los puntos, el de la parte posterior, en ocasiones es casi inexistente. Construyen un nido en forma de bolsa aplanada desde el cual atrapan a sus presas.
Uroctea durandi
    Ya casi de vuelta, otro arácnido nuevo: los ojillos de una pequeñaDrassodes brillaron en medio de un camino, y hacia ella nos dirigimos para verla y fotografiarla.
Drassodes sp.
    Ya quedaban pocos metros para llegar al coche, pero seguían apareciendo animales en medio del sendero. El que faltaba, además, ya que no podíamos marcharnos de la Sierra sin verlo: el solífugo (Gluvia dorsalis), viejo conocido en este blog.
Gluvia dorsalis
    Jess y Rafa se quedaron fotografiándolo, mientras yo me dirigía a una zona bajo los pinos donde brillaron unos ojos de araña. Era una Hogna radiata que parecía mirarnos desde allí, como si tramase algo. Al enfocarla con el frontal, dio la casualidad de que una mosca se acercó a la luz caminando sobre las acículas de pino. En aquel momento supe que podría presenciar algo muy interesante: la cacería de una Hogna en su medio natural. La Hogna lo notó e intentó capturarla, sin éxito, porque la mosca era mucho menor y caminaba por debajo de las acículas y luego volvía a salir por otro lado. Unos segundos después, la mosca revolotéo muy cerca de la araña, y ésta levantó sus dos pares de patas delanteras, agarrándola en el aire con las patas, los pedipalpos y los quelíceros. Acto seguido, se dio la vuelta y se fue corriendo, deteniéndose un momento antes de irse, como sin saber qué hacer o como sin creerse que ya había conseguido una cena. Llamé a mis amigos antes de que la araña se escondiera, pero fue demasiado tarde.
    El último animal que vimos fue un centípedo (y ahora que escribo esta palabra, me sorprende que no viéramos ninguna Scolopendra, sabiendo lo que abundan en la zona), una escutígera o ciempiés casero (Scutigera coleoptrata).
Scutigera coleoptrata

Una tarde en la Laguna de Ontalafia

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Sympetrum fonscolombii
    Después de casi un mes sin publicar nada, vuelvo a las andadas. El verano se me está pasando rápido aunque con pocas salidas al campo, así que eso se traduce en pocas entradas. Hoy, sin embargo, hemos salido Jess, Rafa y yo, y nos hemos dado un paseo por la zona de Ontalafia, a ver qué veíamos. 
    Tras atravesar las planicies de campos de cultivo, olivares, pinos y encinas dispersos, ya tarde, hemos llegado a la aldea de Abuzaderas, que lleva a la zona de la laguna. Este año, a pesar de las trombas dispersas, ha sido bastante seco, y sobre todo este mes de agosto, así que el nivel de la laguna ha bajado bastante, con lo que las aves quedaban bastante lejos. Con los prismáticos hemos conseguido divisar anátidas, fochas (Fulica atra), tres aguiluchos laguneros occidentales (Circus aeruginosus), garzas reales (Ardea cinerea) y garcetas. A esta laguna es recomendable ir equipado con un buen telescopio. Lo que más me ha llamado la atención ha sido la cantidad de libélulas que volaban.
Dardo rojo (Sympetrum sp.), con alas deterioradas.
    Me ha llamado especialmente la atención una especie tipo Aeshna, que volaban a toda velocidad, y muy agresivamente, se empujaban en el aire, enzarzándose en pequeñas luchas y persiguiéndose. Volaban entre las retamas de olor muy ruidosamente, haciendo vuelos de exhibición.
    En el camino, hemos descubierto el cadáver de una pequeña culebra viperina (Natrix maura) atropellado. El ejemplar medía unos 20 cm. y debía de llevar un día y pico muerto.
Culebra viperina (Natrix maura).
    Las masas boscosas (de aspecto más o menos natural) que crecen en las zonas visibles de las fincas en torno a la laguna de Ontalafia son de interés. En particular, por sus grandes ejemplares de pino carrasco (Pinus halepensis), que adoptan esa estructura globosa típica de los individuos añosos, asemejándose a los pinos piñoneros (Pinus pinea), que también crecen por la zona, por el aspecto de paraguas que presentan. En estos pinares en los que también se alternan zonas vestigiales de encinar, abunda el sotobosque de romeros, jaras y enebros, según he podido ver a través de la valla.
Ejemplares añosos de pino carrasco (Pinus halepensis).
Pinos piñoneros (Pinus pinea).
Interior del pinar.
Una encina (Quercus ilex) solitaria, ya llena de verdes bellotas.
    Sobre nosotros, una enorme nube de vencejos en el cielo del atardecer se ponían ciegos de mosquitos, mientras los mosquitos se ponían ciegos a nuestra costa. He visto moscas salteadoras al acecho de moscas y libélulas con pequeños insectos atrapados entre las patas. Y de repente, allí, a lo lejos, muy alto en el cielo, dos sombras afiladas de halcón veloz nos han llamado la atención. Volaban en amplios círculos sobre las nubes de mosquitos. Uno de los halconcitos, muy oscuro, nos ha hecho pensar que se trataba de dos halcones de Eleonor (Falco eleonorae). Su porte, más grande y menos "vencejoide", la manera de volar y lo oscuro del otro ejemplar, nos obligan a identificarlos como halcones de Eleonor y no como alcotanes. #ACTUALIZACIÓN: en Facebook, un grupo se inclina a pensar que se trata de alcotán (Falco subbuteo). A pesar de eso, no se explica la presencia del otro ejemplar, de morfo más oscuro, como grisáceo oscuro, del que no pudimos obtener fotografías por estar lejos del alcance de nuestras cámaras. Lo dejaremos en misterio, supongo.
El ejemplar de alcotán, anteriormente indentificado como halcón de Eleonor (Falco eleonorae). Foto de Rafa Torralba.
El mismo que el anterior.
    Tras tan agradable observación, nos dirigimos de vuelta al coche, no sin antes deleitarnos con el vuelo de unas garzas reales y las nubes que se posaban tras de la sierra que vigila la laguna de Ontalafia.


El güertín de güelita, por Ignacio Abella

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Entre todos los paraísos perdidos de nuestra niñez, existe uno que ocupa un lugar especial en el recuerdo. En cada casa de cada pueblo, había un pequeño jardín de paisana que pertenecía al universo de nuestros abuelos. Rodeado de un muro de piedra, con su portillo de madera, era la imagen exacta del carácter de la familia. Durante todo el verano, se dejaban sentir los aromas de los alhelíes y los rosales antiguos que se cuidaban con esmero por el simple placer y el orgullo de crear un espacio hermoso y bienoliente. Y el aire se encargaba de pregonar los efluvios, en los días de vientos sur, como si una bendición anduviera merodeando las callejas, entre caserías, cuadras y pajares.

    En aquel espacio mínimo, había un lugar para cada mundo. Allí se cultivaban los crisantemos para honrar a los muertos de la familia en el cementerio, el día de difuntos. Las calas, azucenas y gladiolos se ponían al pie de santos y altares y en la iglesia se colocaban especialmente los días de fiesta. La casa se vestía también con ramilletes de flores y siempre había algún lilar, matricarias o julianas para dar una nota de aroma y color al propio huerto. Por los rincones se mezclaban estas plantas ornamentales, con las culinarias (perejil, menta, orégano…) y medicinales (ruda, salvia, melisa…) y había una hierba para cada cosa: una regla dolorosa, una mala digestión, una gripe o catarro… También había remedios para los animales y plantas útiles para atar (formio), para ahuyentar a los topos (tártago) y para otros mil usos y necesidades.

    Había gente con “mano verde” y había un trasiego continuo de esquejes, plántulas y semillas que se pedían y regalaban entre los vecinos. “Me lo dio de buena mano” se decía si alguien te había dado un plantón y había prendido bien, pues era una señal de que te lo habían dado de corazón. El huerto y sus alrededores eran lugar y objeto de largas conversaciones sobre el tiempo y las témporas y los mil y un trucos para cultivar que incluían un refrán para cada ocasión. “Perejil en mayo para todo el año” se decía para recordar la mejor época de siembra, o “La patata y el pumar quieren ver al paisano marchar”, para indicar que se siembran muy someros (otro día haremos quizá un pequeño compendio del refranero hortelano).

    Siendo muy niño, recuerdo haber desgranado las semillas de caléndula, haber ido al huerto a por perejil o una hoja de laurel o haber pasado horas incontables literalmente en la higuera, comiendo de cuando en cuando los higos que se abrían de puro maduros y estaban señalados por la picada de un pájaro. También recuerdo que había un espacio, junto al pozo, especialmente dedicado a los niños, en el que el abuelo cultivaba unas fresas deliciosas y fragantes que saboreábamos con indescriptible deleite.

    El abuelo tenía también un trocito dedicado al vivero en el que sembraba nueces y manzanos y tenía plantones para hacer los injertos y preparar los arbolillos que irían a formar setos, pomaradas o arboledas. El huerto se extendía de esta forma al paisaje, repoblando y culturizando los montes y los setos que se cerraban con sanjuanines (aligustres), saúcos, espinos albares y otros árboles y arbustos que proporcionaban leña, flores medicinales, frutos, protección, cerramiento…

    Pero antes de nada, este huerto primoroso, tenía la función de alimentar a la familia y siempre había alguna cosecha particularmente generosa. Entonces nos mandaban a los niños con una lechuga, unas ciruelas o una coliflor a la vecina de al lado, o a familiares y amigos que participaban asiduamente de la generosidad de este cuerno de abundancia en el que se practicaban todas las formas conocidas de solidaridad, intercambio, amistad y generosidad. También se usaban todos los restos de la cocina y hasta las malas hierbas para el compost o para dar de comer a conejos, cerdos y gallinas. Ortigas, pamplinas y murajes… todo tenía un uso y un sentido en este verdadero Arca de Noé en el que infinidad de especies se alojaban. Y allí crecía una extraordinaria diversidad de variedades de frutas y de legumbres, con nombres propios y locales, fruto de siglos de sabiduría, selección y cultivo amoroso. Plantas perfectamente adaptadas al lugar y a la cultura… y cada una llevaba consigo todo su bagaje de conocimientos, milenarios quizá, sobre cómo cultivarla, conservarla, cocinarla... Mi madre cuenta que los huertos de su pueblo albergaban toda suerte de frutas de sabores paradisíacos: peras, manzanas, melocotones y abridores (albaricoques), nísperos (el europeo), pomas, ciruelos, cerezos y guindos, nogales, avellanos, vides y parras de moscatel, olivos… Tan sólo en cuestión de peras, podían contarse un sinfín de variedades que maduraban desde San Juan hasta el invierno y que se consumían crudas o en compota o se conservaban largo tiempo en los desvanes, según la clase. Lo mismo podía decirse de las verduras: cardos, borrajas y acelgas, ajos, alcachofas y vainas… y otras incontables; y aunque apenas llegamos a vislumbrar aquel momento álgido de nuestra cultura, aún hemos llegado a probar los sabores inenarrables de los racimos maduros de la antigua parra de la casa. Que yo sepa, nunca en el mundo entero ha existido ni existirá un sabor tan sublime.

    Y en el mismo huerto se cierran magistralmente los círculos, cuando dejamos florecer las más hermosas cebollas, berzas o lechugas, las más grandes y sanas, para obtener las semillas con las que volver a empezar, o cuando recogemos y revelamos los secretos de jardinero que van pasando de generación en generación, a través de una larga cadena que se remonta a un tiempo inmemorial.

    Es difícil explicar cómo en un espacio tan pequeño puede crecer tanta inteligencia y tanta cultura, tanta intensidad de gestos, nombres, significados, alimentos y medicinas, símbolos y ornamentos… Como un agujero blanco, el pequeño huerto es capaz de alimentar todos los universos, de irradiar en todas las direcciones elementos nutricios que atañen al cuerpo, la mente y el alma. Y aunque hayamos perdido una gran parte de esta tradición, siempre estamos a tiempo de recrear esa cultura en la que los paisanos aprendemos a hacernos cargo de nosotros mismos, cuidando al mismo tiempo nuestra salud y la de nuestros hijos. Practicando la economía cabal y la dignidad de vivir en un planeta que nos requiere el regreso a la tierra por todos los caminos posibles. Decía Gandhi que nuestro mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero demasiado pequeño para saciar la ambición de unos pocos. En el güertín de güelita se ha venido demostrando este hecho durante siglos y generaciones incontables.


Escrito por Ignacio Abella, el cronista de árboles, en El Correo del Sol.
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