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Channel: El Saúco
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¡Migración otoñal! Llegan los carambolos

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     Llevaba un tiempo deseando encontrarme con estas limícolas tan nórdicas, tan épicas en sus viajes. Hace unos días vi un ejemplar solitario molestado por dos collalbas grises, ya al atardecer, en Chinchilla; así que le di el aviso a Rafa Torralba, quien ya sabía de otra aparición de más carambolos cerca de Albacete en agosto. Nos pusimos en camino, como muy bien explica en su blog, junto a Paco Hidalgo, y acercándonos poco a poco a un bando de 25 individuos, pude comprobar las diferentes libreas que mostraban estos recién llegados. Casi todos entremudando, ahora comprobando las fotos me da la impresión de que incluso había algún juvenil, a pesar de que comentamos en aquel momento que todos eran adultos.
    Fue muy emocionante el descubrir a unos cuatro o cinco carambolos sentados, casi al mediodía, es decir, cuando empiezan a sentarse y cuesta más verlos. Al rato, en aquella llanura blanca, con una manada de vacas bravas rondando cerca (esto impone bastante), conseguimos descubrir a una veintena de ejemplares más, alarmados ante nuestra presencia. En un momento determinado, una liebre ibérica salió disparada de una mata cercana que espantó a la bandada y revolotearon emitiendo su repetitivo silbido.

    Cuando era pequeño, tenía un libro que se llamaba "La vida secreta de los animales en el Gran Norte". Uno de los animales de los que hablaba era el chorlito carambolo. Me llamaba la atención una secuencia de imágenes de un macho (pues es el macho quien incuba) incubando en la tundra. Un hombre se le acercaba y conseguía agacharse y acariciarle el pecho, el ave quieta como una estatua. Estas imágenes causaron profunda huella en mi joven mente, y nunca las olvidé, así que, al estar el otro día observando estos ejemplares magníficos, no pude evitar preguntarme si realmente serían tan confiados. Dejaron que nos acercásemos bastante, pero no una cosa exagerada, aunque valió la pena, ¡vaya que sí!

    Saber de dónde vienen, cuántos kilómetros han tenido que atravesar para llegar allí, sentirlos cerca, nerviosos, notar que se relajan cuando te quedas quieto un rato... son sensaciones bastante agradables. O, perdonad, es que estoy empezando a enamorarme de las limícolas y me pongo romanticón.

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