El otro día, aprovechando que mi amigo Fran se había dejado caer por los Alicantes, Guille, él y yo nos dimos un voltio por Santa Pola y Guardamar. En Guardamar, fuimos a buscar negrones comunes, que Fran nunca había visto. Desde el coche, ya se veían gaviotas de diferentes especies y cormoranes, acompañados por las omnipresentes fochas.
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Cormoranes grandes y gaviota patiamarilla. |
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Cormorán grande y gaviotas reidoras en el río Segura a su paso por Guardamar (Alicante). |
Nada más bajar del coche, poco antes de la zona donde el Segura y el Mediterráneo se abrazan, nos sobrevoló una pagaza piquirroja
(Hydroprogne caspica), cosa que no nos esperábamos ninguno. Al ver que nos sobrevolaba algo
charranoide, los tres salimos corriendo detrás para verlo bien. Era un bimbazo, qué preciosidad de animal. Volaba etéreo y se dejó fotografiar bastante bien.
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Pagaza piquirroja (Hydroprogne caspica) |
Si bien se le puede ver en paso en el litoral mediterráneo ibérico, no suele ser muy común. Una cosa que yo no sabía, y es algo que he leído investigando sobre esta ave, es que su distribución es casi global. Todavía con plumaje invernal, y esto se sabe por el píleo jaspeado de negro, estuvo unos segundos cerca de nosotros y luego nos dejó continuar hasta la desembocadura del río. Allí un bando de casi 150 negrones comunes (Melanitta nigra) nos esperaba, justo en la línea donde las aguas del río, más claras (y sucias), y las del mar, oscuras, se juntan. Para mí no era la primera vez que veía un negrón, pero ¡tantísimos! Las gaviotas se cernían sobre ellos con mala uva y hacían picados, lo cual espantaba a los negrones y les hacían sumergirse. La verdad, no sé qué narices intentaban las gaviotas. Había muchísimas hembras, pero de vez en cuando avistábamos algún macho. Pocos metros hacia el interior del mar, mientras mirábamos con atención los negrones, empezó a pasar un grupo gigantesco de pardelas baleares (Puffinus mauretanicus) increíblemente denso, en dirección Norte. Atravesamos el puerto para llegar mejor a los negrones, y nos guarecimos detrás de un pequeño faro. El viento era tremendo, sin embargo, ni siquiera detrás del faro estábamos a salvo de su furia. Nos fuimos con el buen sabor de boca de la pagaza y los negrones, que no se habían movido de donde estaban, excepto dos veces que entraron y salieron dos barcos, y a pesar de los picados de las gaviotas. Pacientes, estos negrones invernantes.
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Negrones comunes (Melanitta nigra) |