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Channel: El Saúco
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Article 4

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    La muerte es sólo un estruendo seguido del silencio absoluto en el bosque. Llega el dolor y la desesperación para el Príncipe del Bosque. Se desploma un ciervo y caen los pilares de la tierra. Su cuerna, ya pelada, se aferra a la faz del Venado. Como caen dos recios robles, así caen sus defensas, y arrastra hojas, ramas y bayas de enebro, y el silencio llega a doler tras el momento de angustia. Copas de pinos infinitos sobre el fornido cuerpo del ciervo, que incluso ahora sigue siendo majestuoso, contemplan la escena de la hermosura y la libertad destruidas en pocos segundos.
    El hombre, un superestúpido superdepredador, en su contienda contra la Naturaleza Ibérica y haciendo jocosa gala de su desagradable fama, destruye, tala, quema, aplasta y ASESINA. El hijo de la gran puta llega con el hedor de la muerte injusta, arrastra al Príncipe y lo olvida en una callejuela del pueblo, humillando la memoria del Gran Ciervo Salvaje. La berrea, el canto del petirrojo que acababa de llegar de Centroeuropa, el aroma de la foresta mediterránea cuando la lluvia la tapa y la esperanza que le daba la promesa de la perpetuación de su linaje... todo eso se ha borrado, se ha eliminado de la memoria de la montaña para siempre. Alejado de los romeros, de los pinos, los majuelos y las jaras, yace.
    En mi corazón la garra fría del hijo de la gran puta se ceba, arañándolo y estrujándolo, y el cuerpo del Gran Venado permanece inmóvil, mientras sus ciegos ojos observan eternamente el cielo y se anegan con la lluvia. El cielo y el bosque entero lloran la muerte del Príncipe del Bosque que nunca reinará. Ya nada importa, porque sin pedir permiso ni perdón, el Hombre ha vuelto a acabar con otra vida sana del monte.



Concentración de Vanessa atalanta en Albacete

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    El bonito ejemplar de Vanessa atalanta L. que veis libando flores de madroño en la fotografía ha recorrido cientos, tal vez miles de kilómetros, desde algún lugar de Centro o Norte de Europa hasta Albacete. Estos días, he podido ver, acompañado del Búho Apolonio, algunos grupos de este ninfálido en el Parque de Abelardo Sánchez.
    Los madroños, adornados de frutos amarillos, anaranjados, rojos y verdes, y flores, han recibido con alegría otoñal a estos insectos migratorios, épicos en sus viajes, que llegan a partir de septiembre a la Europa mediterránea. Aquí se reproducen y ponen huevos, y las mariposas que nacerán la próxima primavera volarán a bosques y herbazales de latitudes más altas, atravesando montañas, valles, lagos y planicies. Las orugas, oscuras y pinchudas, se alimentan de ortigas.
    En esta época, muchas zonas de Iberia se ven invadidas por algunas mariposas migratorias que pasan aquí el invierno, no todas son tan fácilmente reconocibles como la V. atalanta, pero ahí están. Pequeños y frágiles insectos que recorren distancias impensables sin el esfuerzo de nuestras máquinas... Durante los días soleados de otoño y principios de invierno, es muy normal verlas en jardines y parques de ciudades y en el campo.
    Me llamó mucho la atención, y esto se lo comentaba a Pepe... digo, al Búho Apolonio, que estuviéramos a 12 ºC, y estuvieran tan activas las mariposas. De hecho, pensé, estaban tan entretenidas libando los racimos de flores de madroño, que tal vez podría incluso dejar que se me subieran a la mano... Y lo intenté, pero la mariposa se deslizó por el aire como cae una hoja de roble, y fue a posarse, como con dejadez, a un tagete del parterre donde crecen los madroños. No pude sorprender al Búho con mis poderes entomológicos... otra vez será.

Tiempo de setas

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Un tesoro en forma de hongo.
    Con la llegada a tiempo de las lluvias otoñales, los campos ibéricos, henchidos del líquido elemento, empiezan a fructificar en forma de setas. Las gotas de lluvia caen desde el cielo y se agarran de las secas y sufridas ramas de los pinos, se desprenden risueñas de las manos de las nubes, se precipitan inquietas y saltan de rama en rama como pequeños y traviesos trapecistas salvajes, infiltrándose en los pilares de la tierra con cuidado, con cariño, para terminar desmenuzándose en millones de moléculas que dan vida al bosque mediterráneo. 
    Bajo la hojarasca, bajo el omnipresente Brachypodium, los Suillus comienzan a despertar, y sus sombreretes levantan la alfombra de musgo. La humedad lo invade todo. Y que viva el otoño.
    En Chinchilla, los hongos más comunes son los Suillus, que forman micorrizas con los pinos carrascos de la repoblación. Estos hongos basidiomicetos... un momento, ¡no he dicho qué es una micorriza! Una micorriza se produce cuando un hongo y una planta se asocian simbióticamente, de forma que la planta puede asimilar fácilmente ciertos elementos que no podría adquirir por medio de la absorción a través de sus raíces, además, las hifas del hongo que se distribuyen por el suelo, actúan como una extensión de las raíces de la planta, del pino en este caso. Casi la totalidad de las plantas terrestres están asociadas a un hongo; para que veáis lo importantes que son, las orquídeas no pueden sobrevivir sin tal asociación mutualista. Tengo pensado hacer una entrada sobre la Ophrys fusca Link (con dibujos y tó, ts, que veo que últimamente estoy incumpliendo la promesa que hice) en la que lo explicaré de forma clara. Como iba diciendo antes de explicar lo de las micorrizas, los Suillus son hongos basidiomicetos, en general comestibles todos, aunque yo de eso no entiendo, así que no preguntéis... (risa malévola).
Cladonia. En los países nórdicos, otros miembros de
este género forman parte de la alimentación de los renos y caribúes.
   Ayer tuve un momento para escaparme y 'setear', para ver cómo había afectado la lluvia a los campos cercanos a Chinchilla. Como yo pensaba, todo estaba alegre y verde, parece mentira que hayamos tenido un verano tan seco. Y es que nuestros ecosistemas son tan resistentes a las sequías extremas que a veces pecamos de pesimistas. Con unos días de lluvias, los campos dan lo mejor de sí mismos. Paseando por un sendero escondido (nadie camina nunca por él), vi enebros y aladiernos con yemas; alfombras verdes de líquenes del género Cladonia que han pasado todo el verano secos y de color grisáceo o blanco fotosintetizaban la luz de los pocos rayos de sol que les llegaba a través de la cubierta arbórea. 
    El silencio lo envolvía todo y las setas crecían por doquier, así que me dediqué a observarlas crecer... Es broma. Pero sí las miré y remiré. Chispeaba. Un carbonero común se acercó y oí su tenue canto. 
    Y algo que vi y que me alegró mucho, es que las Ophrys, que casi no habían florecido en primavera, estaban recuperándose y había brotes en muchos recovecos y entre los hierbajos. 
Aquí estoy. Llega la noche. Llega la humedad extrema tras las lluvias.
    Tan sólo eran las cinco de la tarde y ya había la luz que veis en la foto de la derecha. Ese hongo me dijo que, aunque yo me fuera, él seguiría ahí, con sus esporas, a la espera de ser mordido por algún animal. Porque he visto que las setas de Suillus aparecen algunas mañanas de Otoño llenas de mordidas que dejan ver su carne amarilla, y me pregunto quién podrá haberlo hecho. Siempre pienso que son los conejos.
    Mi paseo me llevó hacia la zona donde hace casi un año, estuve plantando bellotas de quejigo y coscoja. No llegué a ese lugar, pero deseé que no hubieran fracasado las plantaciones... El verano tan seco me ha dado tan mal rollo y tan pocas esperanzas con respecto a la supervivencia de los plantones...
    Lo cierto es que me quedé con ganas de ver más especies de hongos, sólo vi cuatro tipos de seta diferentes, pero las más grandes y llamativas eran los Suillus. El otro día, Rafa Torralba fotografió, en el Parque de Abelardo Sánchez de Albacete, unas setas que nunca he visto y que identifiqué en seguida. Se trataba de un rodalillo de Coprinus comatus (O. F. Müll.) Pers., la seta barbuda, así que esta mañana he ido con mi padre a buscarlas al parque. Había otras setas agaricales, pero las barbudas eran las más altas y llamativas de todas. 
Seta barbuda (Coprinus comatus). En inglés se la llama Shaggy Mane, que quiere decir "melena hirsuta", o Lawyer's wig, literalmente, "peluca de abogado".
    La seta barbuda es comestible, de hecho, he leído que está bastante buena si se consume cuando es recomendable, es decir, antes de que las láminas maduren y se oscurezcan. Pero yo no me arriesgaría a comerlas sabiendo que crecen en el parque de una (casi) gran ciudad. Crece en sitios que han sido abonados con excrementos de animales, en jardines, parques, herbazales...
    Mi estación preferida, por suerte, está transcurriendo como debe ser, lluvias muy abundantes, hojas de oro cayendo al río, anfibios, grullas, colirrojos y petirrojos centroeuropeos llegando, setas creciendo y temperaturas bajando. Supongo que así no me puedo quejar.
    Sé que no estoy poniendo tantos dibujos como dije que pondría, pero es que entre los estudios, la camarita nueva, que hay que aprender a usarla, y demás historias, el lápiz y las pinturas se están quedando marginados. Me prometo a mí mismo que las próximas entradas llevarán. ¡Lo juro!

Chinchilla de Montearagón [AB]

A tots ens agrada fer bimbos [Viatge a L'Albufera amb la SAO]

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    El otro día (IX/XI/MMXII), en Reservoir Birds, se publicaba la observación de una cerceta aliazul (Anas discors) en el Parc Natural de l'Albufera de València. Yo no soy bimbero, es decir... no soy un entusiasta de ir persiguiendo pájaros que nunca he visto para engrosar mi lista de aves observadas (claro que, si aparece una rareza cerca de donde yo estoy...) y reconozco que con ver pajarillos normales me entusiasmo igual. Reconozco también que, cuando el pasado sábado algunos miembros de la SAO fuimos a La Albufera, no tenía previsto ver la cerceta, no sé qué pensarían los demás. De hecho, al subir al observatorio a contemplar la Mata del Fang, plagada, literalmente, de ánades frisos, rabudos, azulones, patos cuchara, porrones, algunas cercetas y  patos colorados, que desde lejos eran simplemente decenas y decenas de puntos negros flotando en el agua plateada, no pude evitar pensar que aquello sería como buscar una aguja en un pajar...
    Pero hete aquí que alguno de nosotros (creo que fue David Cañizares) clama victoria. Entre los cucharas había un pato diferente. De silueta "cucharoide" -pensé- pero con una gran mancha blanca entre el pico y el ojo, y otra mancha clara (cucharoide también) en la parte posterior del flanco. La cerceta o barraquete aliazul, el pato medialuna, nadaba tranquilamente rodeado de anátidas europeas, destacando sólo por la mancha facial en forma de medialuna blanca. Un macho.
Mapa de distribución de Anas discors: en amarillo: distribución
durante la época reproductiva. En azul, zona de invernada.
(Según del Hoyo et al. 1991-1999)
La cerceta aliazul es una anátida endémica de América. A pesar de esto, aparece accidentalmente en invierno en la Península Ibérica, pero sí, es rareza ocasional. Pasa el invierno en zonas empantanadas de agua salada y en manglares. Prefieren aguas tranquilas. En América del Norte, donde se reproduce, habita lagos y lagunas de agua dulce poco profundas. Esto nos hace ver que el pato medialuna es prácticamente el ánade americano más migrador, de hecho, en ocasiones se les ve invernando en Brasil o Chile. Algunas llegan hasta las Islas Galápagos.
    Desde los años cincuenta, ha habido un notable aumento de sus poblaciones, debido a la mejor conservación de sus áreas de cría, lo que ha propiciado que la media poblacional llegue hasta los seis millones de individuos en los últimos diez años (US Fish & Wildlife Service, 2009). Aunque el índice de mortandad de la cerceta aliazul es uno de los mayores entre las anátidas americanas, debido a la caza (sí, se cazan) y a lo extenso de sus migraciones... Tengamos en cuenta que muchas atraviesan más de la mitad del continente americano, desde Alaska hasta Colombia, por poner algún ejemplo. ¡Cómo no va a alegrarse uno con semejante bimbo! Aunque estas cosas se pasan rápido, por desgracia. El ejemplar que vimos ha seguido siendo observando días después (XXIV-XI).
Cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo)
   L'Albufera nos recibió somnolienta, nublada, cayó una lluvia matinal como un regalillo del cielo, pero no fue preocupante, para nada lo que yo me imaginaba que caería. Los campos de arroz recibieron a la SAO plagados de garzas reales, garcetas comunes y grandes, y cormoranes. 
    Desde la barca, dirigida con destreza por Boro, mientras escuchábamos su sabiduría sobre La Albufera y el cultivo del arroz, pudimos observar zampullines, cormoranes y garzas. De vez en cuando, entre la vegetación aparecía una garza real (Ardea cinerea) con mirada expectante, que se deslizaba justo cuando llegábamos por encima del agua como un fantasma de las cañas. Las plantas que hay por allí, básicamente, son carrizos, cañas, espadañas y lirios amarillos.
Esta garza real revoloteó en la alta cañada justo cuando pasaba la barca y cayó al agua. Debió de pensar que todo
estaba perdido en aquella situación, porque el animal no se movió, se quedó flotando en el agua como se ve en la foto.
    Al salir del pasillo de cañas, el pequeño mar se abrió ante nosotros. La inmensidad de una laguna interna, el espejo del sol, reposaba tranquila, sobrevolada por alguna solitaria gaviota de Audouin.
Paradise
    I arriba el moment d'un altre bimbo! Per fi, al Tancat de la Pipa, vaig veure una polla blava (Porphyrio porphyrio)! ¡Qué ganas tenía de ver un calamón! Nunca había visto uno, si bien esta primavera pasada fui con Guille precisamente a buscar alguno en el río Algar, no tuvimos suerte, por lo que este momento fue para mí bastante emocionante. Creo que fue también David el que descubrió el primer calamón, en una orilla, junto a algún cormorán y azulones. Al rato vimos otro, y otro más, y otro, y hasta Rafa vio uno volando, cosa que, dice, le sorprendió. 
Calamón. Foto hecha con mi móvil, en uno de mis
conocidos intentos de digiscoping.
    En el entorno de la albufera se han realizado diversas actividades para la mejora de la calidad del agua, a través de los llamados "filtros verdes", utilizando plantas propias de la zona (Enea sp., Iris pseudacorus, Phragmites australis...). Cada año, en la gestión de las zonas repobladas, se hacían podas al raso, para que al año siguiente el ciclo continuase. Los calamones, muy aficionados a comer brotes de enea, no desaprovechaban la ocasión de zampárselos, con lo cual, nos contaron por allí, la población de calamones aumentó pero la de enea no podía remontar. Se solucionó cambiando la enea por el lirio, y a los calamones se les fue el entusiasmo...
    I ara, l'altre bimbo... En los carrizales, cantaban buitrones y pinzones, y pájaros moscones (Remiz pendulinus), que nunca había visto (podéis reñirme). No estuvo mal para terminar la jornada. Un grupo de siete moritos (o picaports, que és com es diu en valencià, i aquesta és una nova paraula que he aprengut) sobrevoló el Tancat. Cormoranes, garzas y anátidas revoloteaban por allí.
    De vuelta al puerto de Catarroja, acompañados por el perro barquero de Boro el Barquero, el gos barquer, que es el nombre que decidí ponerle al animalillo, el sol ya bostezaba y los campos de arroz, cuajados de cazadores (sin comentarios, que os conozco), se adormecían bajo una bruma otoñal mediterránea. 

¡Ah! Y cumplo 100 entradas con ésta. Quién lo diría, no pensé que viviría para ver este blog con 100 entradas... Obviamente es gracias a vosotros. ¡GRACIAS!

*Más info en:
*El Nido de Rafa: "Cerceta aliazul en la Albufera de Valencia"
*Birding Albufera
*Tancat de la Pipa

Grande Liniers III

Viaje al Norte (I): SEO congresua

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    Entre los días 6 y 9 de diciembre, tuvo lugar en Vitoria-Gasteiz el XXI Congreso Español y V Ibérico de Ornitología. Era esta una oportunidad para conocer a más pajareros españoles y para vivir nuevas aventuras junto a mis amigos, así que llegamos con bastante entusiasmo a la euskocapital. Para llegar a Vitoria, primero atravesamos casi toda la Comunidad Valenciana de abajo a arriba, y luego las grandes estepas de Aragón. Yo nunca había estado en esta región y me sorprendió bastante. Pensaba  que las estepas manchegas eran de las más solitarias e inmensas de Iberia, pero obviamente estaba equivocado. Unas llanuras con suaves colinas y cubiertas de amarillentas hierbas se extendían hasta donde alcanzaba la vista. El terreno, monótono pero con el encanto de lo estepario, nos regaló en varias ocasiones las estampas de las enormes sabinas que brotaban de vez en cuando, y eran unas sabinas altas y salvajes, con troncos claros y agrietados por el paso de los siglos. De vez en cuando, en el horizonte se veía alguna que otra montaña cubierta de nieve y un ratonero se deslizaba al lado del coche, hacia las colinas lejanas. Me llamó también la atención, y esto fue una mala impresión, las cantidades ingentes de pinos reforestados que hay entre Valencia y Navarra. Normal que España arda. Pero esto es tema para otra entrada.
    Comenzaba a preguntarme cuándo narices empezarían los bosques atlánticos (olivares y encinares everywhere) y cuándo se acabaría el clima mediterráneo, cuando el paisaje cambió. Pero el ecotono es engañoso... Robles y hayas, castaños y abedules pueblan aquellas tierras de leyenda, y de vez en cuando, encinas crecían también. Y de repente, todo volvió (y digo volvió, porque veníamos de la Comunidad Valenciana) a estar en bilingüe. A partir de ahí, todo pasó de ser lo que era a ser euskoalgo.
   KONTUZ!  Las próximas entradas contienen entusiasmo extremo por la ornitología. Si quieres seguir cuerdo, te recomiendo que no sigas leyendo. Si ya eres un sectario, adelante.
   El congreso tendría lugar en el Palacio de Congresos Europa - Europa Biltzar Etxea y hacia allí nos dirigimos justo al llegar. El frío no era exagerado, aunque se empezaba a notar que el invierno está cerca. Por el camino, en un bancal oímos el silbido de un zorzal alirrojo (Turdus iliacus) que cantó en la nocturnidad vitoriana. Ni siquiera tras oírles silbar por la noche, en diferentes calles del centro de la ciudad, en varias ocasiones, me llegué a acostumbrar a esa forma de actuar por parte de un pájaro del que no sé mucho.
    Sin embargo, no hablaré mucho del Congreso en sí, sino de las "aventuras" que vivimos aparte.
    Conforme nos movíamos por el Norte, noticias de rarezas y observaciones dignas de ser buscadas en la zona cantábrica llegaban a nuestros oídos: colimbos, zampullines cuellirrojos, ánsares chicos, ampelis, estaban siendo vistos cerca, por no hablar del dormidero de pinzones reales de los Euskal Mendiak. La cosa se iba poniendo seria, como iré relatando en siguientes entradas...


Viaje al Norte (II): Kantabrikoak hegaztiak

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Traducción al castellano del título: "Aves cantábricas"


     Vaya, con el lío de las vacaciones, no me da tiempo a escribir sobre el viaje a Vitoria, que no sólo fue a Vitoria, como veréis. No contaré en esta entrada nada sobre el congreso en sí, sino sobre los pajareos por el Norte Ibérico con mis amigos. Como ya dije hace unas entradas, no soy bimbero. Pero ¡madre santa, nunca he bimbado tantísimas aves en un solo día!
Lavandera pía o enlutada (Motacilla alba yarrelii) en Vitoria.
Fotografía de Marta Romero Gil. ¡Gracias, Marta!
Lavandera pía o enlutada (M. alba yarrellii) en una vía del euskotren
de Vitoria. Fotografía de Marta Romero.
    Hoy hablaré de las industrias y andanzas pajareriles de cinco ornitolocos (Jana Marco, Alex Alamán, Julio Merayo, Guille Mayor y el que escribe) por tierras cántabras (7-XII). Nada más salir al frescor de Vitoria, un visitante de las Islas Británicas se paseaba por la acera, una lavandera pía (Motacilla alba yarrellii), con su negro dorso, caminaba tranquilamente cerca de los coches. No sé si sería esta misma lavandera, pero días después, el día de vuelta a casa, había una pía caminando distraídamente por el mismo sitio. De hecho, las fotos de la izquierda fueron hechas el día de vuelta por Marta Romero Gil. Menos mal que estaba ella, porque lo que menos me apetecía hacer en aquel momento era perseguir pajaritos pequeñ... bueno, eso es otra historia, volvamos a la difusión de información naturalística. 
    A la lavandera pía también se la llama enlutada, ya os podéis imaginar por qué. Es residente en Gran Bretaña e Irlanda, y en invierno no es raro verlas en algunos puntos de Iberia junto a la lavandera blanca. Porque sí, la enlutada es una subespecie de la blanca (apoyo esa teoría), así que la conté como medio bimbo. Jess, del blog
Pink Cuckoos (en inglés), lo hubiera contado como un bimbo entero, pero yo no quería tentar a la suerte. Al fin y al cabo, el día no había hecho nada más que empezar...
    No recuerdo por qué el primer destino fue aquella ría, la de Santoña. Unos halcones peregrinos nos estuvieron sobrevolando, mientras el frío hacía hincapié y el txirimiri nos atacaba como podía. Algunos acentores revoloteaban de aquí para allá y una solitaria y algo depresiva gaviota reidora aguantaba como podía en unas rocas que sobresalían en la verdosa orilla del mirador de Escalante. Segundo bimbo: dos zarapitos trinadores (Numenius phaeopus)sobrevolaban el agua turbia emitiendo sonidos alegres de aquí para allá. En la orilla opuesta, un bando de ánsares comunes (Anser anser) pastaba tranquilo. Creo que este grupo de ánsares es el primero que veo en libertad. No ha sido el último. Cercanos a la otra orilla, hacia el horizonte plateado, algunas formas oscuras flotaban. De repente, alguien gritó: ¡NEGRÓN! Allí estaba, en efecto, una hembra de negrón común (Melanitta nigra). Estaba muy lejos pero incluso a través del telescopio pudimos distinguir su tenue plumaje invernal. La humedad y el viento aumentaban cada minuto que pasábamos en aquella ladera, así que decidimos continuar nuestro viaje hacia el interior de tierras cántabras.

    Había llegado a nuestros oídos la noticia de varios avistamientos de colimbo grande (Gavia immer)en Santoña. Limicolillas y espátulas, y la sorpresa, una barnacla carinegra (Branta bernicla) que moneaba por ahí, en las marismas. Muchas gaviotas, muchos observadores de aves en el observatorio, pero ni rastro de los colimbos, si bien alguno de los ornitólogos que andaban por allí habían visto alguno poco antes de que llegásemos. A mirar y a esperar. La espera valió la pena, porque al rato allí flotaba un colimbo, lejísimos. Luego vi otro  flotando bajo un puente, esta vez más cerca, y me pareció un ave enorme. Decidimos seguir hacia Santoña, al puerto, donde gaviotas sombrías, patiamarillas y algún gavión volaban por allí. Cormoranes grandes y moñudos se alternaban, y de vez en cuando algún zampullín nos miraba con sus ojos rojo sangre desde la superficie gris del agua. Un colimbo se dejó observar bastante rato.
Colimbo grande (Gavia immer)
    La lluvia se alternaba con rachas de viento fuertes en ocasiones y el sol no dejó verse prácticamente en ningún momento, y antes de que anocheciera, teníamos pensado llegar por lo menos hasta el Pantano del Ebro, así que ya podíamos darnos prisa. 
    Alex nos contó que podíamos pasar por Reinosa y ver algún mirlo acuático (Cinclus cinclus), pájaro al que le he tenido muchas ganas desde crío (lástima que en el Júcar no haya). En la provincia de Albacete lo he intentado ver en algún riachuelo de los sistemas montañosos del sur de la provincia, sin éxito. Así que fuimos directos para allá, donde puedo decir que fue llegar y besar el santo.
Mirlo acuático (Cinclus cinclus) en Reinosa (Cantabria).
Mirlo acuático (Cinclus cinclus). Feeling like a boat.
    El mirlo acuático es un ave que gusta de los arroyos rápidos de las montañas. En Iberia se distribuye principalmente por el norte; en el centro y sur, aparece solo en cadenas montañosas y ambientes bien conservados. En Sierra Nevada, por ejemplo, se ha detectado su presencia a más de 2000 m de altitud, posiblemente la mayor altura que alcanza en Europa. Asimismo existe una cita de reproducción cerca del nivel del mar en la provincia de Cádiz (Allen, 1972). Se alimenta debajo del agua, de insectos e invertebrados, de hecho, es capaz de aguantar bastante rato sumergido, entre 10 y 30 segundos. No sé por qué se llama ahora "mirlo-acuático europeo", cuando de toda la vida de dios ha sido mirlo acuático a secas, sin guión ni ná.
   Según Vaurie (1959), debo suponer que la subespecie que vimos nosotros es Cinclus cinclus pyrenaica, que habita Francia central, Pirineos occidentales y región cantábrica hasta Cantabria. La pyrenaica tiene cabeza y nuca más claras que las de otras zonas de Europa. Estuvimos un rato observándolo revolotear en aquel tramo del río, de una orilla a otra, haciendo la barca y buceando. Pero el hambre ya se notaba así que decidimos repostar y alimentarnos un poco... Próximo destino: Pantano del Ebro, con ánsares, ánsares y más ánsares...

Más en: 
· Viaje al Norte (I): Seo congresua

Un paseo por La Mancha húmeda

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Grullas comunes (Grus grus) sobrevolando Manjavacas.
    Frío, cencellá, grullas, bigotudos y plumas de avutarda... Un día solo, pero un día muy intenso  y acompañado de una persona muy especial que conocí en Vitoria. Amigo de mis amigos y anillador de enorme experiencia, Francisco Alberto, murcianico de pura cepa pero con ascendencia de Villarrobledo, me invitó hace poco (29-XII) a pasar el día con él de laguna en laguna, en el centro de La Mancha.
    ¿Cómo empezar pronto un día de pajareo sin antes tomar un chocolate caliente con churros? Después de un viajecico en autobús desde Albacete hasta Villarrobledo rondando los 6 o 7 grados DENTRO del autobús, nada mejor que comenzar la jornada con el dulce elixir de los dioses.
Gorrión moruno (Passer hispaniolensis).
La foto es de Fran, reñidle a él.
 Yo no conocía la zona y mi buen amigo Fran me enseñó unos paisajes, y disculpen, una vez más, mi entusiasmo, espectaculares. Amplias llanuras congeladas, encinas y pinos piñoneros inmensos, bosquecillos y más llanuras, y luego, las lagunas. La Mancha en estado puro. Una densa y somnolienta niebla lo cubría todo, y hasta pasado el mediodía, de algunos sitios no llegó a desaparecer. Quiero dar a entender que hacía fresquecico del bueno. 
    Fran quería llevarme de tour por las lagunas, así que empezamos por la de Manjavacas (Mota del Cuervo, Cuenca). Niebla, niebla y más niebla. En el entorno del observatorio, avefrías, lavanderas, trigueros, gorriones morunos y pardillos. Mientras esperábamos a que la niebla se disolviera un poco, a lo lejos, en medio de la laguna prácticamente, unas formas grises y redondeadas comenzaban a apreciarse. La niebla se disipaba, revelando la cencellá (fenómeno natural que consiste en la formación de cristales y plumas de hielo sobre la superficie de cualquier objeto en el campo) y las siluetas grises cobraban vida: era un enorme bando de grullas (Grus grus) y me dio la sensación de que por fin podría ver grullas como dios manda, es decir, desde cerca.
Grullas comunes (Grus grus)
El día comenzaba y el frío apretaba.
    Conforme pasaban los minutos, muchas grullas dejaban la laguna, en grupos pequeños, y al sobrevolar el observatorio, parecían, con sus trompeteos, saludarnos en vuelo.
    Decidimos esperar a que el día terminase de amanecer, mientras la niebla, a orillas de Manjavacas abrazaba a todas las aves que allí se encontraban. Aparte de la hierba y algunas otras plantas, sólo las aves eran los únicos seres vivos visibles por allí. Flamencos, ánades friso y real, cucharas, tarros blancos, cercetas, bisbitas alpinos y ánsares se dejaban ver al despejarse la neblina.
Macho de bigotudo (Panurus biarmicus)
   Fran me dijo que podríamos ver bigotudos (Panurus biarmicus) por la zona. Me hizo mucha ilusión, porque nunca había visto uno, pero antes de manifestarla, mi amigo me previno de que podría ser que no viéramos ninguno... El bigotudo es un pajarillo rechoncho que  vive en carrizales. Fuera de la época reproductiva, suelen desplazarse en grupos: esto y sus distintivos "bigotes" hacen que su identificación sea muy fácil. Hace unos años era una especie bastante escasa en nuestro territorio, pero desde hace poco tiempo se han ido descubriendo nuevos territorios de cría, incluidos aquí en La Mancha. A pesar de la advertencia de mi amigo, nos dirigimos al sitio y fue llegar y besar el santo. La pasarela de madera, crujiente bajo el hielo, soportó nuestro peso a través del extenso carrizal. Aquello parecía sacado de una película de terror: los carrizos cubiertos de cristales de hielo, la niebla y un aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) sobrevolaba el lugar. Aguardamos en silencio unos segundos y allí llegaron los bigotudos. Primero una hembra, después un macho. Estuvieron unos minutos por ahí y después se fueron con la brisa. Vimos un grupo de escribanos palustres (Emberiza schoeniclus) posado en un taray que nos soreprendió bastante, pues uno de los machos que componían el bando llevaba un plumaje nupcial exageradamente inmaculado. Siempre lo recordaré como el Escribano Rebelde.
    La siguiente laguna en nuestro recorrido fue la de Alcahozo. Allí nos esperaban limícolas, tarros blancos,  azulones, chorlitejos y una enorme bandada de gaviotas sombrías... En el camino, una pequeña curruca rabilarga (Sylvia undata) o Dartford Warbler, como dije al verla, porque no me acordaba (¡lo juro!) del nombre en castellano... ¡si es que no tengo perdón! Negándose a volar del pequeño almendro donde jugueteaba como buen sílvido, conseguí una horrible foto borrosísima que me niego a publicar en este blog (al menos sirvió de testimonio). Una parada rápida y seguimos el camino.
Gaviotas sombrías (Larus fuscus)
    La siguiente laguna, la de Pedro Muñoz, rodeada de bosquetes de tarays enormes, nos esperaba al mediodía prácticamente, y la niebla había desaparecido ya por allí. Pudimos conseguir buenas vistas del lugar desde una colina cercana:
Laguna de Pedro Muñoz. Se aprecian flamencos, fochas, ánades reales y algún friso, tarros y cucharas.
    Eché de menos algún papel bueno para tomar apuntes del natural de las aves que había por allí, porque la estampa me gustó bastante: varios flamencos dispersos (uno de ellos rosado en extremo), tarros blancos, algunos con la cabeza bajo el ala, ánades frisos, fochas y más azulones, y un omnipresente aguilucho lagunero, pero no había tiempo que perder. La sorpresa: pudimos oir el canturreo de pájaros moscones y mosquiteros e incluso Fran oyó un reyezuelo listado. Yo iba empanado y no lo oí. Fue en la laguna de Pedro Muñoz donde mi amigo vio por primera vez un rascón, me contaba, en un hueco entre los tarays y los carrizos donde el agua se arremolinaba. Pasamos justo por delante del sitio en cuestión... Yo por si acaso miré con escasas esperanzas, sin embargo, me temo que el rascón me espera para otra ocasión (al menos lo he oído moneando por algún carrizal).
    Tantas lagunas y sobre todo sus nombres eran difíciles de recordar para mí, menos mal que Fran llevaba su cuaderno de campo a mano, y mientras él conducía yo escribía los nombres de las lagunas y lo que habíamos visto. Luego discutimos sobre la importancia de introducir determinados datos en el cuaderno de campo. Yo decía que en el cuaderno de campo, no sólo hay que apuntar los nombres de los animales vistos/oidos y el sitio, sino también descripciones de detalles como el comportamiento, número de individuos, momento del día e incluso tiempo atmosférico si fuese necesario (los dibujos son esenciales); pero Fran no estaba muy por la labor... Y qué casualidad que su cuaderno de campo estaba a punto de acabarse, así que acepté con agrado su sugerencia de completar con ornitodibujos las páginas restantes.
   Tras la de Pedro Muñoz, tocaba acercarse por la del Retamar, todavía en Ciudad Real, que estaba seca. En Alcázar de San Juan, nos pasamos por la de La Veguilla. La niebla volvió a cubrirnos, así que nos metimos en un observatorio bastante expuesto en el que morimos de frío, el viento polar nos tornaba las orejas de un color rosado nórdico. Un petirrojo picoteaba las hojillas de un arbusto cercano. La niebla se disipaba muy lentamente, pero nos dejó ver desde allí, cientos de puntos negros flotando en las aguas de plata: fochas, fochas y más fochas, acompañadas de cercetas, patos cuchara y azulones, malvasías e incluso un cormorán grande y una urraca que intentaban solearse en un taray seco que surgía en medio de la laguna. De vez en cuando, alguna cigüeña planeaba cerca y oimos el canto de los flamencos que se agrupaban como una gran nube rosa de marshmallow flotante.
No es un marshmallow, son muchos flamencos rosas.
    Y pensar que teníamos la intención de leer anillas (ay, ilusos de nosotros)... La niebla iba y venía y parecía que de repente hacía más frío que antes. Un aguilucho lagunero estuvo volando cerca para nosotros y de hecho pude sacarle algún retrato en vuelo, ¡gracias a Eolo que me lo mantuvo un rato luchando contra el ímpetu del viento!
Volando voy...
Volando vengo...
    Creo que nunca he visto tantos aguiluchos laguneros seguidos en una salida al campo. El de las fotos de arriba estuvo planeando sobre los carrizos, para luego alejarse hacia la zona donde estaban los flamencos. Desde el teles de Fran, observé una escena que se me quedó grabada en la retina como una obra de arte de la naturaleza. El aguilucho sobrevoló la laguna justo cuando llegaba una bandada de ánsares, un poco más allá de donde estaban los flamencos, que a su vez estaban rodeados de patos cuchara. Me dio una idea para hacer una pintura (si algún día encuentro tiempo de hacerla, todos la veremos publicada en este blog). La visita a La Veguilla no fue lo que esperábamos, entre la niebla y el frío, así que decidimos irnos. Un último paseo a otras lagunas pequeñas cercanas y cuando íbamos por la Laguna de las Yeguas, tres aves de pico largo y curvo y patas larguiruchas alzaron el vuelo desde un lado del camino. "¡H*S*IA! ¡MORITOS!" dijo Fran; "No son moritos... son zarapitos", dije yo. "¡¡H*S*IA!! ¡¡ZARAPITOS!!". Fue un momento de alegría. Una pena que los viéramos a contraluz y que volasen tan rápido.
   Llegando a una de las lagunas cerca de Villafranca de los Caballeros (Toledo), donde comimos una tortilla de patatas que había hecho la madre de Fran (buenísima, sí señor), decidimos ir a ver avutardas por los encinares de Munera (Albacete). Como podéis ver, estuvimos en las cuatro provincias manchegas. Por el camino, un macho de aguilucho pálido (Circus cyaneus) nos acompañó durante unos segundos por la carretera, y cuando nos dimos cuenta de que la rapaz pasaba justo por el lado izquierdo del coche, nos pusimos a perseguirlo para intentar alguna foto buena, sin éxito.
   No vimos ninguna avutarda, aviso, aunque los paisajes eran impresionantes e incluso vimos un enorme grupo de pinzones (juro que había un real) picoteando en un bancal.
Típico hábitat de la avutarda euroasiática (Otis tarda) en La Mancha. Encinares dispersos y grandes campos de labor.
Pura estepa humanizada.
    A pesar de la ausencia de avutardas, vimos muchísimas plumas, algunas tenían sangre en el cañón. Se lo conté a mi amigo Guille y me dijo que piensa que se pegan picotazos y se pelean. Lo cierto es que aquello parecía un campo de batalla. Bueno, tanto no...
    El día no podía haber salido mejor, aunque no viéramos ninguna avutarda. Era ya tarde, así que pensamos  varias teorías intentando explicar la misteriosa desaparición de las aves más pesadas de Iberia: las avutardas, por la noche, se entierran, se suben a los árboles o hay pastores pagados por la Junta que sacan las avutardas de los cortijos y por la tarde las guardan otra vez...
    Sé que aún me queda por poner la última entrada del Viaje al Norte, pero me temo que habrá que esperarse todavía unos días, ¡ea!

El espíritu de la primavera en la UA

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    Estos días pasados, aparte del viento, el calor ha empezado a hacer de las suyas cerca del Mar. En Alicante, el viernes pasado (por poner un ejemplo) se alcanzaron 24ºC, nada que ver con las temperaturas que sentí este finde en Albacete. Ayer domingo por la mañana en Chinchilla, a la sombra había nada menos que -2ºC. En Horna y Pétrola, 4ºC, sobre las 11 am. 
    En el campus de la Universidad de Alicante, esta mañana, la pareja de ánades silbones europeos (Anas penelope) que lleva en el estanque desde hace unos días, seguía por allí. Los días pasados se mostraban bastante prudentes; cuando algún transeúnte alimentaba a los demás patos (azulones y patos domésticos), siempre permanecían alejados pero curiosos... Esta mañana sin embargo, ya se habían acostumbrado, intentaban llegar los primeros a las migas de pan que se les arrojaba, picando y gruñendo a los demás patos. 
Silbón europeo macho (Anas penelope)
La pareja de silbones europeos, el macho a la izquierda y la hembra a la derecha. 
    En las orillas del estanque, lavanderas blancas y cascadeñas se acercan a lavarse y beber, y los lúganos saben que su tiempo en nuestra zona se acaba y el instinto migratorio les empieza a empujar hacia el Norte. El sol y el calor parecen animar a los verdecillos a cantar, que hormonadísimos entonan sus melodías metálicas. En las ramas más altas de palmeras y árboles deshojados, muestran sus pechos amarillos mientras llenan el cielo mediterráneo de notas estridentes. 
Tsssssrrrrrrrrrsssssrsrsrsrsrsrsrsrsrsrsrsrsrsrsssssssss. Este es un precioso ejemplar de verdecillo (Serinus serinus) macho que dejó hacerse una sesión de fotos bastante decente. 
    La omnipresente abubilla (Upupa epops), que picotea en la hierba, bajo los algarrobos y olivos, se codea con pinzones y mirlos que también buscan insectos en la hierba. La "hierba" que en este parque/jardín mediterráneo (adaptado a la sequía) se compone de malvas, plantagos, Asteriscus maritimus, Fagonia cretica, algunas lavandas (Lavandula dentata) y muchas gramíneas. Estos céspedes cubren a grupos de pájaros, que a veces salen volando en bandada (sobre todo fringílidos) cuando se les molesta, lo cual hace que pasen casi siempre desapercibidos.
Upupa epops
Upupa epops
    Estos días son los días de cantar, de vestirse con los mejores plumajes y buscar pareja. Un canto seco como una minicarraca, ha despertado mi interés: un precioso macho de curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) daba un concierto sobre un olivo. Al pasar cerca, ha salido volando y he tenido que correr tras ella. Posada en un olmo, la curruca cantaba al sol de febrero. Me ha hecho mucha ilusión encontrarme con este sílvido que anillamos hace casi un año en el mismo sitio. El campus de la Universidad de Alicante es un buen lugar si se quiere pajarear en plan light. Aunque sé de más de uno que fliparía en colores con ver algunos de los pájaros que se ven aquí. Yo, por ejemplo.
Magnífico ejemplar macho de curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)
A la curruca cabecinegra le gustan los matorrales espesos, como esta lavanda dentada, que se encuentra ahora en plena floración. En ellos se desenvuelve con agilidad extrema. Como se puede ver en la foto anterior, no duda en subirse a árboles despejados para entonar sus cantos. Este macho ha permanecido un rato junto a mí y mi amiga, para luego irse volando a un alto terebinto que también empieza a florecer.

En la desembocadura del Segura

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    El otro día, aprovechando que mi amigo Fran se había dejado caer por los Alicantes, Guille, él y yo nos dimos un voltio por Santa Pola y Guardamar. En Guardamar, fuimos a buscar negrones comunes, que Fran nunca había visto. Desde el coche, ya se veían gaviotas de diferentes especies y cormoranes, acompañados por las omnipresentes fochas.
Cormoranes grandes y gaviota patiamarilla.
Cormorán grande y gaviotas reidoras en el río Segura a su paso por Guardamar (Alicante).
    Nada más bajar del coche, poco antes de la zona donde el Segura y el Mediterráneo se abrazan, nos sobrevoló una pagaza piquirroja (Hydroprogne caspica), cosa que no nos esperábamos ninguno. Al ver que nos sobrevolaba algo charranoide, los tres salimos corriendo detrás para verlo bien. Era un bimbazo, qué preciosidad de animal. Volaba etéreo y se dejó fotografiar bastante bien.
Pagaza piquirroja (Hydroprogne caspica)
   Si bien se le puede ver en paso en el litoral mediterráneo ibérico, no suele ser muy común. Una cosa que yo no sabía, y es algo que he leído investigando sobre esta ave, es que su distribución es casi global. Todavía con plumaje invernal, y esto se sabe por el píleo jaspeado de negro, estuvo unos segundos cerca de nosotros y luego nos dejó continuar hasta la desembocadura del río. Allí un bando de casi 150 negrones comunes (Melanitta nigra) nos esperaba, justo en la línea donde las aguas del río, más claras (y sucias), y las del mar, oscuras, se juntan. Para mí no era la primera vez que veía un negrón, pero ¡tantísimos! Las gaviotas se cernían sobre ellos con mala uva y hacían picados, lo cual espantaba a los negrones y les hacían sumergirse. La verdad, no sé qué narices intentaban las gaviotas. Había muchísimas hembras, pero de vez en cuando avistábamos algún macho. Pocos metros hacia el interior del mar, mientras mirábamos con atención los negrones, empezó a pasar un grupo gigantesco de pardelas baleares (Puffinus mauretanicus) increíblemente denso, en dirección Norte. Atravesamos el puerto para llegar mejor a los negrones, y nos guarecimos detrás de un pequeño faro. El viento era tremendo, sin embargo, ni siquiera detrás del faro estábamos a salvo de su furia. Nos fuimos con el buen sabor de boca de la pagaza y los negrones, que no se habían movido de donde estaban, excepto dos veces que entraron y salieron dos barcos, y a pesar de los picados de las gaviotas. Pacientes, estos negrones invernantes.
Negrones comunes (Melanitta nigra)

Anillamiento en Aitana

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Zorzal real (Turdus pilaris)
    Esta mañana, me he ido con mis amigos Guille y Fran a anillar a la Sierra de Aitana. Nada más llegar, nos arrepentimos de no haber puesto las redes antes. La cosa comenzaba a ponerse interesante conforme amanecía, pues en un bosquete de chopos, pinos y nogales, los cuatro zorzales observables en Iberia en invierno se agrupaban. Los más numerosos, los alirrojos y reales al principio, y más tarde, charlos y comunes. Yo nunca había visto alirrojos bien (el año pasado avisté uno en Chinchilla, pero estaba muy lejos; y sí les he oído) ni tampoco zorzales reales, que eran bimbo.
   Teníamos la esperanza de que cayera algún picogordo (Coccothraustes coccothraustes), zorzal alirrojo (Turdus italicus), real (T. pilaris) o mirlo capiblanco (Turdus torquatus), pero no hubo éxito.
   Hemos capturado únicamente cinco pájaros, un carbonero común (Parus major), un pinzón vulgar (Fringilla coelebs), un mito (Aegithalos caudatus), un zorzal común (T. philomelos) y un charlo (T. viscivorus). Cerca del nogal, hacia media mañana, ha comenzado a haber bastante movimiento de arrendajos (Garrulus glandarius) y en un espino albar cercano, un alcaudón meridional (Lanius meridionalis) observaba con ceño fruncido y hecho una bola de plumas todo el pajarerío.
Carbonero común (Parus major)
Mito (Aegithalos caudatus)
Zorzal  (Turdus philomelos)
Zorzal charlo (Turdus viscivorus)
Guille anillando el zorzal charlo.
    El fin de semana que viene anillaremos en el Bosque Ilustrado de la UA, ya os contaré qué tal se da la jornada.

Anillamiento en la UA

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    Como dije en la entrada anterior, el sábado por la mañana estuvimos anillando en el Bosque Ilustrado de la UA. Repetimos como el año pasado, pero por desgracia el tiempo atmosférico anunciado para aquel día no era el más indicado. Sin embargo, dispusimos dos redes y en ambas cayeron cosicas... En total, un verderón  (Carduelis chloris), cuatro mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita), dos verdecillos (Serinus serinus), dos gorriones comunes (Passer domesticus) y un estornino negro (Sturnus unicolor) que, desgraciadamente, se escapó antes de poder anillarlo. El anillamiento era parte de las actividades del Curso de Iniciación al Estudio de las Aves. Mientras mis amigos Guille y Julio anillaban, yo apuntaba los datos y Fran supervisaba todo. A pesar del frío y el viento que empezaba a correr, anillamos más pájaros de lo que pensábamos. Al guardar las redes, se nubló e incluso llovió un poco... 
Mosquitero común (Phylloscopus collybita)
Verdecillo (Serinus serinus)
Gorrión común -macho- (Passer domesticus)
   Resulta bastante gratificante ver cómo la gente se interesa por la naturaleza, por las aves, y ver que al final reconocen cantos, comportamientos y nombres. Para los alumnos de la UA interesados: cada año se celebra este mismo curso, sobre febrero, ¡así que animaos para próximos cursos!

Los últimos días de la mantis religiosa

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    (X-MMXII) La llegada del otoño dejaba en el matorral una estela de muerte de la que muchos insectos no escapaban. La temperatura bajaba cada noche y los días se acortaban. La vieja hembra de mantis religiosa, posada sobre un cardo, temblorosa, sabe que sus días en esta tierra se acaban. A su reloj interno le quedaba poco para llegar a cero cuando dio la casualidad de que yo pasaba por ahí. En una ladera descubierta del monte, los tallos secos del Verbascum se yerguen como los restos de la gloria de un antiguo imperio. Las Vanessas migratorias ya llegan. Otras mariposas también saben que su tiempo se acaba. Tras la cópula y la puesta de huevos, nada queda ya para las mantis. Sólo muerte. En grietas, bajo grandes rocas y troncos, sus ootecas aguardan repletas cada una de más de 200 promesas de vida. 
    Algo llama mi atención, una flor otoñal asoma bajo un Eryngium campestre, y me agacho a observarla. Apoyo una mano en el suelo, al lado de otro cardo, y al levantarme noto cómo algo seco y espinoso me araña la mano. La agito y algo sale volando hacia delante. La vieja hembra de Mantis religiosa abre las alas al salir despedida. Me disculpo interiormente por no haberme dado cuenta y me acerco a mirarla con detenimiento. Ahí está la única mantis que he visto en el año 2012, no quiero ni pensarlo, pero admito que cada vez veo menos. En 2012, he visto en Chinchilla tres ejemplares de mántidos de tres especies diferentes: Geomantis larvoides, Empusa pennata y esta Mantis religiosa. 
  La dejo sobre unas ramas secas. Medio espasmódica, trepa por las ramitas y reposa al sol de octubre. 
    Ajenos a nuestras vidas de innecesarias tribulaciones, los insectos finalizan sus ciclos, colonizan nuevos lugares y luchan por sobrevivir, para que la próxima primavera, como ocurre desde que el mundo es mundo, sus hijos perpetúen la especie.
    

Grande Liniers IV


No a la venta de montes públicos en Castilla-La Mancha

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    Se ha creado, a través de change.org (por parte de Noticias forestales), una petición para evitar la venta de montes públicos castellano-manchegos que promueve el inútil gobierno del PP en nuestra región. La carta será enviada a la consejera de  agricultura de la Junta, María Luisa Soriano Martín, y a Cospedal, presidenta de la Junta. Hasta ahora han firmado más de 17.000 personas.

Podéis colaborar con vuestra firma haciendo click aquí:




"    Los firmantes de este escrito, ciudadanos interasados por la conservación de la naturaleza, rechazan la evidente intención de la Consejería de Agricultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha de desafectar y excluir del Catálogo de Montes de Utilidad Pública para su posterior venta varios montes incluidos en el mencionado Catálogo, y quieren expresar el total desacuerdo ante esta posibilidad.    La Ley 3/2008, de 12 de junio, de Montes y Gestión Forestal Sostenible en Castilla-La Mancha, establece en su artículo 7 que los montes pertenecientes al dominio público forestal son inalienables, imprescriptibles e inembargables.    La exclusión de montes del Catálogo de Montes de Utilidad Pública sólo procede si estos hubieran perdido las características por las que fueron catalogados y fuera irreversible la recuperación de las mismas, o hubieran desaparecido las causas para su afectación al uso o servicio público que motivó su declaración, si no ejercieran las prestaciones para el cumplimiento de sus fines, o si se produjera una declaración de prevalencia de otro interés público distinto al forestal. Ninguno de los montes que se pretende excluir del Catálogo para su venta se encuentra en alguno de estos supuestos.    Hay que recordar que los efectos de las desamortizaciones forestales pasadas fueron desastrosos para la economía, la sociedad y la naturaleza españolas. Miles de hectáreas de montes públicos vendidas a particulares fueron deforestadas sufriendo erosión y perdiendo su papel protector frente a las inundaciones. La biodiversidad, recreo, paisaje, sumideros de carbono y el resto de servicios ambientales que proporcionaban estos montes se perdieron para siempre. Las poblaciones rurales perdieron la posibilidad de seguir usando esos terrenos, provocándose graves tensiones sociales.    Los montes que se consiguieron salvar de la desamortización y se incluyeron en el Catálogo de Montes de Utilidad Pública en el siglo XIX han sido y siguen siendo la base de la conservación de la naturaleza de este país. Son muchos los pueblos que llevan largo tiempo utilizando estos terrenos públicos de distintas formas (trabajos forestales, caza, pesca, ocio, iniciativas empresariales, recogida de frutos, leñas, hongos…); sus habitantes apreciarán su venta a manos privadas como una merma importante de su calidad de vida y mostrarán sin duda su oposición a las ventas y, llegado el caso a los nuevos propietarios.    Por todo ello, reiteramos nuestra total oposición ante cualquier intento de desafección, descatalogación y venta de este patrimonio común. Entendemos que por el contrario debe fomentarse su conservación y mantenerse sus funciones económicas, ecológicas y sociales, garantizando el derecho de todos a disfrutar del medio ambiente, tal y como se establece en la mencionada Ley de Montes."  

    Albacete es la provincia manchega con mayor extensión vendible (11.096 ha) y la segunda en número de montes, 13. Los montes preseleccionados aquí son:
  1. La Hunde (Carcelén): 2097,67 ha
  2. La Florida y Tinjarra (Yeste): 1622,63 ha
  3. Dehesa Clementina (Alpera): 1295,7 ha
  4. Macalones y Cueva de los Gitanos (Letur): 1104,4 ha
  5. Oriñuela y otros (San Pedro): 850,3 ha
  6. La Pardina y Casa de los Clérigos (Peñas de San Pedro): 780 ha
  7. Las Lomas y otros (Masegoso): 767,12 ha
  8. Casa del Río (Socovos): 599,3 ha
  9. Dehesa Virginia (Alatoz): 537,04 ha
  10. Solana de Tierra Seca (Elche de la Sierra): 496 ha
  11. La Ventosa (Alcadozo): 340,3 ha
  12. Cerro Bogarra (Elche de la Sierra): 338, 81 ha
  13. El Berro (Casas de Lázaro): 266,3 ha
    La provincia más afectada en número de montes sería Ciudad Real (19 MUP), después Albacete, seguida por Guadalajara (11 MUP), Cuenca (8 MUP) y Toledo con 6. En proporción a la superficie de montes de utilidad pública existente, la provincia más afectada por la medida es Toledo, donde se ponen a la venta más del 50% de los MUP, seguida de Ciudad Real con el 30%.
    Además, casi el 50% de los montes preseleccionados afectan directamente a la Red Natura 2000, mientras que un 12% afecta indirectamente. En total, 18 espacios de la Red Natura, 8 ZEPA y 2 LIC se verían afectados por esta medida.

Adaptado de Ecologistas en Acción.
Para más información, Revelan la lista de los 57 montes públicos que quiere vender Castilla-La Mancha.

Nava de Don Diego (Los Navalucillos, Toledo)

Hagamos un herbario

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    Últimamente solo publico entradas sobre aves, lo cual hace que me vuelva monotemático, algo que siempre he temido. Este curso (¡maldito grado!), los alumnos de Biología de la UA ya no tenemos que hacer un herbario... Así que he decidido hacer uno por mi cuenta. Uno especial, que incluso cuente con archivo fotográfico para las especies protegidas.
    Intento no tomarme esto a la ligera, ya que un herbario me parece una cosa bastante seriosa. Supongo que nunca lo terminaré. Un herbario de enfoque biológico, ¿se acaba alguna vez? ¿Es posible agrupar todas las plantas del planeta antes de que termine el tiempo de vida una persona? Pero al menos me servirá para aprender. Lo hago por mí, por conocer el mundo vegetal, supongo. Creo que esto empecé a planteármelo el año pasado, mientras ayudaba a mi amigo Guille a hacer su herbario para una asignatura de licenciatura; fue él quien me enseñó a usar las claves y quien me dio a conocer algunas de las especies más comunes de la flora alicantina.
           "Iniciar un herbari ha d'ésser fruit d'una idea seriosa, no d'un col·leccionisme malaltís. La tasca d'ordenació, ampliació i manteniment de les mostres demana temps, aplicació i, també, un cert grau de sensibilitat artística. Si el caràcter del lector no cau dins d'aquests paràmetres, serà millor que no iniciï un herbari. Malauradament, al llarg de la nostra vida professional, hem vist iniciar molts més herbaris que no aconseguir herbaris madurs.
    Abans d'iniciar un herbari de pteridòfits cal decidir-ne l'orientació. El més corrent és crear un herbari local (de l'àrea on es resideix, o de la segona residència), docent (com a complement de l'ensenyança per part de professors, etc.) o general (d'enfocament biològic). En el primer cas, es tindran poques espècies, amb múltiples, amb múltiples formes intermèdies de difícil indentificació. En el segon, calen poques espècies i, sovint, plastificar-les amb plàstic adhesiu per facilitar-ne el maneig. En el tercer, el més corrent és que hi hagi moltes espècies i poc representades.
    Un herbari és una col·lecció de plantes seques i etiquetades. Per a assecar-les, cal que siguin premsades acuradament entre papers absorbents, els quals s'han de canviar sovint per d'altres secs. Una bona referència és canviar els papers al cap d'1, 3, 5 i 7 dies. És recomanable augmentar aquest ritme si el dia de la recol·lecció és molt humit o les mostres estan mullades. Perquè les mostres d'herbari, si no es plastifiquen, s'han de guardar entre plecs de paper i dintre capses. Si s'estableix un herbari local, és recomanable disposar de les espècies més corrents dins una mateixa capsa. En els herbaris “biològics” podem disposar les espècies d'un gènere dins una mateixa capsa.
    Per evitar errors i augmentar els coneixements, és útil fer-se revisar les determinacions. Recomanem la visita als Departaments de Botànica o de Biologia Vegetal de les corresponents Universitats, i a l'Institut Botànic de Barcelona. Poden èsser molt profitoses les visites a jardins botànics (Barcelona, València, Blanes).
    És possible que, si s'utilitza aquesta guia, es recol·lecti alguna de les espècies fora de les àrees de distribució assenyalades. En aquest cas, convé fer-ho saber a les institucions científiques indicades més amunt, amb què es contribuirà al coneixement dels pteridòfits del nostre país". (Extraído de "Guia de les molses i falgueres dels Països Catalans", Enric Gràcia y Mercè Sanz)
    Y qué mejor manera de comenzar este herbario con una especie que me dio a conocer un amigo y cuya muestra él mismo me proporcionó. Fagonia cretica, un caméfito rastrero común en el termomediterráneo. Florece en primavera. Presenta flores solitarias, terminales, rosadas, con cinco pétalos y cinco sépalos y diez estambres amarillos. Hojas alternas y trifoliadas, con espinas entre ellas.
    Yo diría que es el típico matojo de cuneta al que nadie le hace caso. Pero es una planta tan interesante como cualquier otra, con características que la hacen única y hermosa.

Que los pinos no te impidan ver el bosque

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    Un zorzal alirrojo sobrevuela el espartal al atardecer. Se va hacia el Norte. Ha llovido mucho, también por la mañana, y el cielo me da una tregua para poder seguir reforestando. Nunca me cansaré de alabar a la lluvia, a las pequeñas escorrentías que caen por las laderas del pinar mientras la nieve se deshace, a las nieblas que cubren las cumbres; la humedad, en fin, en nuestro típico monte mediterráneo. Enterré muchas bellotas en el otoño, de coscoja y encina, pero ya no recuerdo dónde, ni tengo la intención de hacerlo. Llevo una bolsa con jara blanca (Cistus albidus), pinos piñoneros (Pinus pinea) y espinos albares (Cratægus monogyna). Planto en una ladera cespitosa y desprovista de árboles una jara, y cubro la tierra embarrada con hojas secas, piedras ennegrecidas por los líquenes y acículas. En esta ladera, se me puede ver perfectamente si alguien pasa por el camino. No me gusta, no quiero que nadie me vea, pero es inevitable. El sitio está muy bien si las jaras lo colonizan, un pedregal cubierto de tomillos, candileras y Lithodora fruticosa, soleado por la mañana pero protegido durante las horas de más calor. Me gusta. Desciendo por la ladera y bajo un pino, cavo otro hoyo e introduzco el pequeño cepellón del majuelo, cuyas yemas, por cierto, ya empiezan a crecer. Intento enterrarlo bastante. Esta tierra, bajo el pino, es bastante blanda y puedo hacer un agujero medianamente decente. Ya. 
    Me interno en el pinar. Ya no quiero llamarlo bosque. Cuando era pequeño y paseaba por allí, no me cuestionaba nada. Aquello estaba plantado allí y yo buscaba insectos en laderas soleadas, mientras las perdices picoteaban el suelo entre los espartos, y los pájaros me guiaban. Era agradable. Y un día empecé a leer. Pinos, pinos y más pinos, pinos que arden, pinos plantados unos muy cerca de otros, pinos que no dejan crecer nada. En la sociedad, está mal visto cortar árboles; pero peor visto debería estar el reforestar así. No puedo hacer nada y los carrascos no tienen la culpa; si se quería un bosque, habrá que hacerlo bien, ¿no?
     Otra ladera llama mi atención. El musgo, henchido de agua, alfombra el suelo creando una mullida capa verde y brillante. Me gusta esta ladera, es lo suficiente tenebrosa para que los paseantes no se metan y lo bastante cercana a otro claro para recibir luz. Aquí pongo otro espino. Al hundir la pala, levanto una capa de micelio. Ups. Pido perdón, no me gusta romper micelios. ¡Uno no puede ir por la vida rompiendo micelios así como así!
    Cerca, a la sombra, en una esquina del cerro, algunas orquídeas ya han florecido. Ophrys fusca, qué bonitas son. Coquetas. Cocretas. ¡Una rama ha caído encima de una! Vaya. La pobre ha florecido, el tallo floral se ha doblado de forma extraña y las flores se han deformado. Ea. Cosas que pasan; suerte que este año hay muchísimas. Ha llovido tanto que aparecen Ophrys donde nunca antes he visto.
   El sol se pone, tiñendo el espartal que se extiende al salir del pinar de ocre. Aquí la tierra es diferente. El barro rojizo parece blando y fácil de cavar. Planto pinos piñoneros separados, a la sombra de matas grandes. Aquí puse hace un mes muchas jaras. No las encuentro, esto es más grande de lo que parece. Pero sí recuerdo dónde planté dos encinas y una jara. Me quedan dos espinos albares, así que los pongo cerca del pinar, en la tierra profunda. Me cuesta cavar, aparecen guijarros todo el rato, pero la tierra es buena. Cojo una piedra y golpeo el mango de la pala hundida, golpeo fuertemente varias veces, con furia. La pala se hunde. Me pongo en pie, le doy un pisotón al mango y un terrón sale disparado, desintegrándose en el aire y manchándome la cara. Procuro plantar los espinos cerca de los árboles, para que los pájaros que vayan a alimentarse de sus frutos puedan verlos desde lo alto y para que, si tienen que huir, lleguen pronto al pinar. A esto se le llama visión de futuro, oye. Me quedan varios piñoneros y los planto antes de que la nube que se acerca empiece a descargar más agua. Cómo llueve. Los sapos corredores ya se ponen en marcha. Busco uno de los Cistus que planté, bajo un gran pino, bajo la casa del Gran Duque, allí crece, inocente y orgullosa, como la rosa del Principito. Sus hojillas no se han secado, crece lento, pero viva sigue. Mi gran temor es que lo que planto muera, sobre todo lo que ya está crecido. Las semillas... bueno, suelo poner muchas y desperdigarlas por el mundo. Pero lo que planto no tiene protección. Este verano prometo ir a regar para evitar catástrofes. Al principio, sólo para que no mueran. Hay algunos ascomicetos pardos abriéndose paso entre las piedrecillas, bajo los Ulex, los Teucrium capitatum y los tomillos. Consigo encontrar dos encinas de las cuatro o cinco que planté, y cuál es mi alegría al comprobar que también siguen vivas. Son pequeñas, espinosas, y se yerguen modestamente orgullosas, como el Cistus. Me alegro mucho.
    Me voy ya, la Natura no me da casi tiempo para irme. Llueve, la tierra se moja, las raíces absorben, crujem, se asientan y la tierra respira profundamente. Hasta la próxima.

Vuelven los alcaravanes

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    Hace dos días, ya pude ver mis primeras águilas culebreras (Circaetus gallicus, Short-toed Eagle) sobrevolando Chinchilla, en concreto, la Plaza de La Mancha. Cuatro ejemplares preciosos, juntos, en dirección claramente hacia el Norte. Me alegra verlas ya por aquí. 
    Todo sigue su curso, y las aves migratorias ya llegan. Rafa me comentaba esta mañana que ya estaba viendo las primeras collalbas grises (Oenanthe oenanthe, Northern Wheatear) y rubias (O. hispanica, Black-eared Wheatear). Pero hoy, por fin, he visto una de mis aves preferidas, el alcaraván (Burhinus oedicnemus, Stone Curlew). Aun siendo invernantes en el Centro Ibérico, por mi zona no suelo ver (de hecho yo no he visto ninguno) en invierno. Esta tarde estaban todos revolucionados por lo visto. He visto nada menos que seis individuos a lo largo de una carretera de aproximadamente 25 km. Oírles entonar sus cantos aflautados, llamándose unos a los otros, llamando también al personaje de R. S. Ferlosio, es algo  que me llena de alegría: pronto llegará el calor y con él más avifauna. El primer alcaraván, cerca de La Felipa, estaba solo, y al acercar el coche, se ha sentado, haciendo casi imposible pillarlo con los prismáticos. Argh, qué listos son. Pero al acercarme, el animal ha huido poco a poco, levantando el vuelo y cruzando la carretera, donde le esperaba otro individuo. Ahí los dos se han vuelto locos "cantando". Más adelante, pasada La Felipa hacia Valdeganga, otro ejemplar solitario, y más adelante, otros dos junticos, y después otro. No recordaba casi lo grandes que eran con las alas extendidas.
    En Albacete, popularmente se la ha llamado chorlito. Supongo que es un nombre onomatopéyico, chorlito, chorliiiiiiiii, chorliiiiiiiiii, chorliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. ¿Qué? Intento imitar el canto de un alcaraván para que lo entendáis, hombreyà. Igual que en inglés, que se le llama Stone Curlew (zarapito es Curlew). 
   

    Al fin monean por nuestros campos, qué gusto oirlos cantar al atardecer... Por cierto, el dibujo de arriba es aproximativo. Me cuesta muchísimo plasmar la expresión facial de los alcaravanes, me parece que cada uno tiene una cara, y no haber podido vislumbrarlo claramente no ha ayudado absolutamente nada a retratarlo. Pero lo cierto es que estos bichos me tienen enamorao...
Carraquia o alcaravania, como lo querráis llamar. 

Se me han torcido los planes (más alcaravanes, y ya paro)

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    Querida gente esteparia, alpina, quercetil y rupestre. Esta Semana Santa, había pensado coger lápices y cuaderno y andar por las estepas albaceteñas con la bici, en busca de gangas y alcaravanes (sí, y chorlitos carambolos, que ya vuelven a pasar por aquí) pasando las noches en mi pueblo. Pero torciéronseme los planes, pues la calefacción se ha escachuflado, y la bicicleta está en el poble, así que naranjitas de la China. ¿Y qué más da lo de la calefacción? Pues no más da, porque paso de estar a 6ºC por la noche, y dormir con 87769439 mantas encima (además, no tengo tantas mantas).
    Pues qué depresión. Sólo me queda hacer apuntes de alcaravanes en plan chungo en esos papeles que hay en todas las casas y que están arrugados y escritos únicamente por una cara. He descubierto una cosa (en realidad vi que Øiving Egeland lo hacía también) que está bastante bien para dibujar, y es fijarse de vídeos para tomar apuntes de animales en movimiento.
    Yo quería sentarme debajo de un almendro y espiar pájaros. Aunque al final, ni chicha ni limoná, porque con las lluvias que están cayendo, poco habría podido ir a pajarear por mi cuenta. Ea.
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